Descenso al inframundo

Bueno, no. No era otra noche igual que la anterior. No sabía dónde me estaba llevando este tipo.

Llegamos a una especie de edificio viejo, de esos de departamentos que quedan abandonados. Su auto de lujo y su traje caro no tenían nada que ver en ese barrio.

—Baja —ordenó, porque él ordenaba, no pedía.

Atrás nuestro se estacionó otro coche y se bajaron cuatro monos enormes: sus matones o «guardaespaldas», como les decía Giuseppe. Los grandotes miraron para todos lados, se acercaron a la puerta metálica y golpearon. Alguien miró de adentro y abrió.

—Sr. Galli —lo saludó el hombre—. Lo esperan abajo.

La escalera no subía, bajaba. Espejos de ambos lados, una luz amarilla que colgaba del techo. Massimo iba adelante como si fuera su casa, pero yo no sabía dónde carajo me había metido. Los espejos me ponían nerviosa.

—¿Qué es este lugar? —le pregunté.

No me contestó. Nunca contestaba cuando no quería.

Al final de la escalera había una puerta pesada, de esas que no se abren fácil. Uno de los
Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP