Capítulo 64: Obediencia

Pierre

El reloj no dejaba de hacer ese maldito tic-tac como si se burlara de mí. Cada segundo que pasaba sin que ese imbécil abriera la boca era más que una falta de respeto, era como si me estuvieran clavando agujas en mi piel.

Me pasé la mano por el cabello, de nuevo. No sabía cuántas veces lo había hecho desde que entré en la oficina, pero cada vez era con más fuerza. Tenía que empezar. Ya. Esto tenía que terminarse de una maldita vez.

—¿Qué estamos esperando? —pregunté, cruzando la sala con pasos cortos y crispados—. ¿Va a empezar o no?

El abogado ni se inmutó. Seguía con ese aire solemne, como si todos debiéramos rendirle culto por saber leer papeles.

—La señora Moreau aún no ha vuelto —respondió con voz seca.

Me giré con los puños apretados.

—¿La señora Moreau? ¿Y quién se supone que es ahora? ¿Para qué la necesitas aquí?

El abogado no dijo nada. Pero su silencio fue suficiente.

Maldito viejo.

Alexander le dio ese derecho. A ella. A la mosquita muerta que ni siquiera debería hab
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