Días después, durante una cena, los tres compartieron vino tinto de reserva y cortes caros. Austin hablaba sobre sus rutas marítimas, sus barcos y sus nuevos contratos. Demetrio hablaba de expansión, armas, mercancías que debían cruzar el océano.
Y Celine se limitaba a escuchar. Y Cassius estaba en casa de sus abuelos paternos.
Hasta que Demetrio la saca de sus pensamientos con las preguntas a Austin.
—¿Siempre viviste en Chicago?
—Crecí allá. Pero… de joven pasó una temporada en Nueva York con mis abuelos, aunque no recuerdo mucho.
—Oh, ya veo.
—Tuve un accidente a los 18. Moto. Perdí la memoria o eso me dijeron cuando desperté. Según los médicos mi mente quedó en una laguna. Lo que viví desde que se supone debería tener recuerdos en adelante quedó al olvido. Y cuando intentaba recordar era un caos, así que decidí no forzarme a recordar más el pasado.
Celine dejó caer la copa, el vino manchó el mantel blanco como si fueran rastros de sangre.
—¡Perdón! —dijo, agitada—. Me distraje.
Au