SANTIAGO CASTAÑEDA
Me quedé congelado, porque en este negocio había visto a mi padre un sinfín de veces cerca de la muerte, pero esta era la primera que parecía seguro de lo que se avecinaba. Se bebió por completo el contenido de su vaso y por fin volteó hacia mí, con melancolía, con esa angustia de lo que no tienes poder de cambiar. Posó su mano en mi hombro y me sacudió un poco.
—El doctor me diagnosticó cáncer de pulmón en etapa terminal… ¿lo puedes creer? —Negó con la cabeza y se acercó a su escritorio, sacando de su cajón un puro. Irónica manera de rematar su chiste.
—¿Mamá ya lo sabe? —pregunté queriendo sonar firme, esta era una plática