LILIANA CASTILLO
Mientras yo me movía por todo el frente, cambiando de ventana, disparando y escondiéndome detrás de las paredes. Matt estaba derribando a cada hombre que intentaba acercarse a nosotros, así como las chicas lanzaban molotov para mantener el jardín iluminado y quemar a uno que otro despistado. Las llamas y el humo se elevaban hacia el cielo, como una enorme señal que de seguro mi padre no tardaría en recibir.
Entonces mi mirada se posó en la puerta de la cocina. Nos habíamos enfocado en el frente de la casa, pero… ¿no habían intentado entrar por atrás?
Mi corazón se aceleró y salí corriendo, mientras las balas me zumbaban por la cabeza, aun así no me detuve. La puerta estaba atrancada, pero eso no significaba que sería suficiente, alguien intentaba abrirla, sin pensarlo dos veces brinqué y con ambos pies tumbé la puerta hacia afuera, caí sobre ella, apuntando con la pistola hacia el frente.
El hombre que había intentado entrar estaba tumbado, adolorido, cuando estaba