SANTIAGO CASTAÑEDA
—Hay algo que tu padre nunca te enseñó y se volvió un punto débil —dijo Guillermo viéndome con intensidad—. No todo se trata de disparar, intimidar y tomar las cosas a la fuerza. Observa, tomate tu tiempo, piensa con calma.
Sus palabras causaron eco dentro de mí. Era tan diferente a mi padre que todo lo tomaba por la fuerza y cuanto antes. Era desesperado y explosivo, mientras que Guillermo parecía calmado y reflexivo.
Regresé mi atención hacia la familia Castañeda, esa en la que yo ya no figuraba. Mis ojos se encontraron de pronto con los de Lily y entonces noté que ella no parecía preocupada, tampoco soberbia, me sonrió como solía hacerlo, con esa inocencia que me hacía verla incluso más joven de lo que en realidad era.
Entonces el circo comenzó, de pronto los murmullos se volvieron exclamaciones de horror y sorpresa. La gente comenzó a separarse, como si estuvieran en presencia de algún enfermo o vagabundo. Fue cuando la vi, era Rita la hermana de Carl, estaba