CARL ROGERS
Permanecí en silencio mientras todos rodeaban la mesa. Alex y Julia se habían dedicado gran parte de la mañana a preparar el desayuno para todos. La convivencia se estaba volviendo algo agradable con excepción de la actitud molesta de Rita.
—Qué extraño que Liliana aún no baje —dijo Julia a Alex, quien asintió pensativa mientras dejaba un par de platos con panqueques recién hechos.
—¿No suele despertarse tarde? —preguntó Alex fingiendo calma cuando su postura delataba estrés.
—¡Mami, mami! —exclamó Mateo entrando al comedor corriendo, sosteniendo su patito y pececito de hule—. Lily no está en su habitación.
Los ojos del niño se llenaron de lágrimas, pero la tensión en el lugar se volvió casi insostenible. Todos estaban alerta, especialmente yo.
—Carl… —susurró Matt apoyando el mentón sobre su puño—. ¿Dónde está Rita?
Sentí como mi corazón se hacía pequeño. En completo silencio me levanté de la mesa y salí del comedor, con paso firme. Subí las escaleras y busqué en la h