LILIANA CASTILLO
Esperé, porque todo lo bueno tarda, porque los resultados siempre llegan y debes de recibirlos con calma, disfrutarlos como lo harías con un buen vino. Me mantuve jugueteando con Mateo, manteniendo mi distancia en cuanto vi que Carl y Rita entraban detrás de Matt a su despacho.
—Mateo, ¿cómo te estás llevando con Alex? —pregunté inocentemente mientras jugaba con su patito de hule entre mis manos.
—Mmm… ¿Bien? —respondió confundido, frunciendo el ceño—. En realidad, no hemos hablado mucho. Me da miedo que no me quiera.
—Mi pequeño, ¿quién no te va a querer si eres tan adorable? —dije pellizcando su mejilla y haciéndolo reír.
—¡Es muy bonita! —exclamó emocionado—, pero… y ¿si no le agrado? ¿Qué tal si no quiere ser mi mami nueva?
—¿Sabes qué es lo que siempre funciona? —pregunté llamando su atención y saqué de detrás de su oreja un chocolate envuelto en papel metálico llamativo—. El chocolate es capaz de conquistar a cualquier mujer. Dale uno y verás como te ganas su