Desastre navideño p2
Por Alma Di Rossi
Tomo mi bolso, la pañalera de Mateo y les pido a las gemelitas que se preparen para pasar un maravilloso día con su papito, Cata salta como loca pues sé que le encanta ir al museo y disfrutar de las tardes con su tío Leo, pero Alondra lo quiere fusilar, si es tan igualita a mí, digna hija de tigresa. Subimos a la camioneta y veo que Agustín trae una cara de tres metros. Otro que debe haberla cagado ¿no?
—Lamas precioso ¿qué pasa por esa cabeza casi albina? — Agustín Lamas era el menor de nuestros tres sexis guardaespaldas que habían estado con nosotros desde que tengo uso de razón, es más creo que nos llevamos por pocos meses, pero es el más serio de todos y no miento con eso de que es casi albino, pues su cabellera es blanca como la nieve y sus ojos son de un tono casi rosa, y que decir de ese cuerpo escultural que se trae, es una verdadera tabla de chocolate blanco.
—Nada, Alma, es que la vida es una perra conmigo.
—Uy, parece ser que no soy la única que la esta pasando como la m****a.
—¿Y usted por qué?
—Bueno, porque…
—¿Nos vamos? — así que en esa estamos, ya va a ver…
—Agustín, te necesitaré todo el día — digo entrando al auto como la diva que soy, una palma de oro lo avalaba, así que sí, lo soy. Mientras beso a mi chiquito hermoso que me pasa su osito Teddy — Así que me esperas después de llegar al departamento de Jex.
—¿Y nosotros?
—Niñas, recuerden portarse bien el día de hoy y cuidar de Mateo, no vaya a ser que su padre lo deje por ahí como parte de alguna de las exhibiciones.
—¡Alma!
Nada, cero conversación y muchas risitas con mis pequeñas tratando de subirle el ánimo a Agustín, creo que deberemos hablar seriamente con él, no me gusta verlo tristón. Necesito saber qué le pasa.
El camino se hace rápido y en menos de treinta minutos ya estamos en nuestro destino.
—Señores Di Rossi, llegamos.
—Todos abajo, que vamos a ver a los primos.
A las gemelas les cambió la carita y mi bello Mateo me estiró los bracitos para que lo tomara. Subimos por el ascensor hasta el piso de Dani y Jex y justo nos encontramos con Dana y los Tri, nos dimos un abrazo fraterno entre amigas y dejamos al troglodita de mi marido esperando. Cuando tocamos el timbre nos abrió el otro idiota de la manada, Christian O'Connor, que debo decir que tenia el ceño fruncido como si se hubiera comido un limón agrio, pasé por su lado sin saludar pues por qué, porque me importa una m****a su cara de pocos amigos, a mí me no me va ni me viene si está enojado.
Nos reunimos con las chicas y para darles una lección decidimos todas dejar a nuestros hijos con los troglo, a ver cómo se las iban a apañar, me despedí de mis bebés al igual que nuestras amigas y salimos del departamento de Dani.
—Y ahora ¿Qué haremos? — pregunta Dani con cara de circunstancia.
—Dana, ¿lo de siempre?
—Dale, me parece perfecto — me guiña un ojo y sonríe cómplice.
—¿De qué hablan?
—Ya lo verás, preciosa, ya lo verás.
—Agustín donde Paolo.
—¡Protégeme señor con tu espíritu! — Todas nos reímos por la pachotada que se manda Agus y lo miro seria, es obvio que será parte de esta revolución femenida, aunque no lo crea.
—También te tocará algo, mi querido, eso tenlo por seguro, ahora déjame llamar a las demás. Hoy es mi deseo de navidad es que el club de Lulú se reúna y prometo que lo voy a cumplir.
Entramos en el Spa de Paolo quien nos recibió como la mejor anfitriona del lugar y después de unas cuantas copas de champagne y un facial que me quitó como diez años de encima veo entrar a mi hermana y a Savannah con cara de pocos amigos.
—¿No creen que se les pasó la mano con los chicos? — Nos pregunta Val, cruzándose de brazos y Vannah asiente a su pregunta.
—Pues no es que se les pasara la mano, los atropellaron con camión tolva incluido, la verdad chicas es que se pasaron.
—¿Por qué? Ellos también son culpables ¿no?
—Hermana, ¿estás embarazado o en esos días?
—Val, no me vengas con que los estás defendiendo.
—No los defiendo, solo los entiendo, ¿qué más les puedes pedir? No les discuto que se pasaron de machistas y pendejos, pero ustedes los dejaron solos y con los niños yendo a comprar el árbol de navidad y mi, perdón, nuestra mamá hizo la vista gorda y mandó a papá a ayudarles ¿Saben lo que eso significa?
—¡Mierda!, no tendremos árbol de navidad.
—¿De qué hablan? No entiendo.
—A la verga, ¡Paolo, sácame esto de la cara!
—Alma ¿qué m****a pasa? —pregunta Rocío, sacándose las rodajas de pepino de los ojos
—Pasa que la última vez que mandamos a papá a comprar el árbol de navidad incendió el Tree Riders y desde esa fecha que es persona non grata en ese negocio.
—¡Y fue allí donde los mandamos! ¡Agustín, despierta, debemos correr!
—¿Qué? ¿Cómo? ¿Me dormí?
—Muevan sus culitos respingones y mejor vámonos, Ethan y James van adelantados y espero que los alcancen antes que nosotros.
—Yo creo que le están poniendo un poquito de drama, si ni siquiera nos han llamado — dice Danna y como por arte de magia suenan nuestros teléfonos al mismo tiempo.
—Bueno…
—¿Si?
—Hola amor, sí ya estoy con ellas. Vamos para allá.
—¿Dónde m****a están?
—Hija, escúchame ¿Qué estás tratando de decirme?
—¿En la comisaria?
—Adiós descanso, bienvenido desastre de vísperas de navidad.