Capítulo 11

Desastre Navideño p4

Por Enzo Di Rossi

No aguanto con la frase de Sarita y me largo a reír, mientras vemos al séquito de mujeres huir como si los chicos tuvieran lepra.

—Esta no se va a quedar así, Di Rossi.

—Agradece que te estoy salvando el culo, idiota ¿Te imaginas si alguien conoce a nuestras esposas?

—Pero si yo no tengo la culpa de verme tan hermoso.

—Y yo no soy tu cariñosito, cuñadito.

—Pero bien que dejabas toquetear ¿no? —responde uno.

—Estoy soltero ¿no?— le retruca el otro.

—Necesito un café y algo de comer, tanta risa, me ha dado hambre— digo para calmar los ánimos.

—Y yo necesito a mi mujer.

—Yo quiero que Rocío me diga por qué mierdas me hizo lo que me hizo.

—Y yo que compren de una puta vez un maldito árbol para mi casa.

—¿Papá?

—Él mismos que viste y calza— mi suegro vienen enfundado en un pantalón de chandal, zapatillas converse negras y un polerón con capucha que cubre su cabeza, ah y se me olvidaba, viene con gafas oscuras y una bufanda rosa ¡Que es de mi esposa!.

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