Cuando Lina Winters llega al misterioso pueblo de Luzbria para investigar la desaparición de su hermana, nunca imaginó lo que descubriría. Un secreto oscuro acecha entre los bosques. Pronto Lina se encontrará atrapada entre las garras de un lobo alfa, cuya presencia despierta en ella una pasión intensa, desatando al mismo tiempo una guerra entre dos manadas. ¿Podrá Lina descubrir qué le sucedió a su hermana sin perderse a sí misma? ¿O el oscuro corazón de Luzbria terminará por consumirla también?
Leer másLa lluvia había cesado, pero el suelo seguía húmedo y blando, marcado por huellas que se desdibujaban entre el lodo y las ramas rotas. El amanecer apenas rompía con un tenue resplandor entre los árboles cuando Kael se colocó su abrigo de cuero, echó una última mirada a la cabaña de Kira donde Nox dormía, y salió al encuentro de Ragnar, que ya lo esperaba en el límite de la reserva, flanqueado por dos lobos de confianza.—¿Listo? —preguntó Ragnar en voz baja, los ojos fijos en el bosque aún cubierto de niebla.—Tenemos que saber quién fue —respondió Kael con firmeza—. Nadie llega tan cerca de Valragh sin dejar rastro.Los lobos se transformaron uno a uno, sus siluetas tomando la forma de bestias majestuosas. Kael y Ragnar hicieron lo mismo, sus cuerpos fundiéndose en su forma salvaje, conectados con la tierra, el aire, el olor. Comenzaron a avanzar entre los árboles, olfateando, atentos a cada pisada, a cada brizna rota.Los primeros rastros eran difusos: ramas dobladas, marcas ligeras
Una semana después, una tormenta se había desatado en la reserva de Valragh. La lluvia azotaba el suelo con furia, y el viento aullaba entre los árboles, trayendo consigo la sensación de que algo estaba por suceder. La atmósfera estaba cargada, densa, como si el mismo aire presagiara un cambio.Clara, sentada junto a la fogata, frunció el ceño y levantó la cabeza de repente, como si algo hubiera alterado el equilibrio a su alrededor. Los lobos, dispersos en diferentes puntos de la reserva, se detuvieron de inmediato, sus orejas en alerta. Una sensación extraña recorrió su espina dorsal.—Alguien viene —dijo Clara en voz baja, sus ojos fijos en la oscuridad, como si pudiera ver algo más allá de la cortina de lluvia que caía implacable.Ragnar, que estaba cerca, olió el aire y frunció el ceño.—Sangre —murmuró, con la voz grave. Su mirada se volvió dura—. Alguien ha sido herido.Kael, que había estado a un costado, se acercó con rapidez, poniéndose en alerta.—¿Qué estás diciendo? —preg
Tras unos minutos de revisión, la doctora Elvira se alejó un paso, consultó los monitores y frunció el ceño.—Tu presión arterial sigue elevada y los pulmones muestran signos de congestión. Hay líquido retenido, Lina. Me temo que la preeclampsia se está agravando… y con los últimos eventos, tu cuerpo está bajo demasiado estrés.Lina sintió un vacío en el estómago. Ya lo había escuchado antes, pero oírlo de nuevo lo hacía más real… más amenazante.—¿Y los bebés? —preguntó en voz baja, apenas audible.—Ambos están vivos y con buen ritmo cardíaco —respondió Elvira con una leve sonrisa—. Pero tu cuerpo está empezando a colapsar. Ya no podemos pensar en llegar a término. Lo mejor será adelantar el parto cuando llegues a las 34 semanas. A los siete meses.Kael frunció el ceño. —¿Tan pronto? ¿Estarán listos?—No es lo ideal, lo sé. Pero cada día que pasa pone en riesgo sus vidas y la tuya. Vamos a necesitar un equipo neonatal preparado y, mientras tanto, tú debes guardar reposo absoluto. Nad
El tiempo en Valragh continuaba su curso, pero, a pesar de los esfuerzos de Kael por hacerla sentir segura, Lina no podía escapar de las pesadillas que la acosaban en las horas más oscuras de la noche. Aunque los días eran tranquilos, llenos de pequeños momentos de felicidad, las noches eran más difíciles. La paz era a menudo quebrantada por pensamientos intrusivos que no podía apartar.Esa noche, mientras Kael estaba fuera con los demás miembros de la manada, Lina se encontraba sentada en la mecedora junto a la ventana. El frío había comenzado a calar más profundo, y el viento golpeaba suavemente las paredes de la cabaña. Su vientre, ya más pronunciado, se movía ligeramente con los suaves movimientos de los bebés, pero en su corazón, algo no estaba bien.Se apoyó con ambas manos sobre su abdomen, observando el fuego que ardía en la chimenea. Las llamas danzaban, proyectando sombras largas y distorsionadas en las paredes. En su mente, una imagen surgió con fuerza, tan vívida como un s
Kael permanecía de pie en la sala blanca, con los puños cerrados y la mandíbula apretada. Podía oír el débil latido del corazón de Lina al otro lado de la puerta, y sin embargo, sentía que el suyo iba a estallar. Confiaba en la doctora Elvira; no solo era médico obstetra, sino también una reconocida especialista en embarazos de alto riesgo. Si alguien podía ayudar a Lina en ese momento crítico, era ella.La doctora salió de la habitación, cerró la carpeta con suavidad y se acercó a él. Tenía los ojos cansados y la voz medida, como si las palabras le pesaran.—Kael... —comenzó con cautela—. Ya tengo los resultados. Y necesito que escuches con atención.Él asintió, sin hablar.—Lina tiene hipertensión pulmonar. Las arterias de sus pulmones están tan estrechas que su corazón debe esforzarse el doble para bombear sangre a través de ellas. Esto ya sería grave en cualquier paciente… pero en una embarazada de gemelos, es mucho peor.Kael sintió un vacío en el pecho.La doctora bajó la mirad
—¡Maldito lobo afortunado! —rió Ragnar, golpeando a Kael en el hombro con camaradería—. Serás padre. Y tú, Lina… —la miró con calidez— bienvenida a la locura de este mundo.Lina sonrió, aunque sus labios temblaron levemente. Agradecía la alegría de Ragnar, la complicidad en sus ojos. Clara, a su lado, no decía nada. Solo la observaba con esa mirada profunda que parecía atravesarla, como si ya supiera lo que estaba por venir.Kael se mantuvo en silencio por unos segundos. Su brazo rodeaba la cintura de Lina, y sus ojos, fijos en ella, se oscurecieron apenas.—Hay algo más —dijo de pronto. Su voz ya no tenía la ligereza de hace un momento. Ragnar alzó una ceja. Clara se giró del todo.Kael respiró hondo.—Lina no se ha sentido bien —dijo Kael, bajando la mirada por un instante—. Esta mañana tuvo un bajón. Nada grave, pero no quiero arriesgarme. El silencio cayó como un manto pesado. Clara frunció el ceño. Ragnar dejó de sonreír.—¿Cuándo fue eso? —preguntó Clara, acercándose.—Hace un
Kael despertó poco después, al sentir el hueco tibio que Lina había dejado en la cama. La vio de pie, envuelta en un camisón ligero, el cabello desordenado y la piel aún encendida por la noche que habían compartido. Sonrió.—¿Y a dónde vas tú, tan hermosa? —murmuró, con la voz rasposa del sueño.Lina se volvió hacia él con una sonrisa pícara.—Pensaba buscar algo de comida antes de que vuelvas a atraparme entre tus garras.Kael se incorporó y, en un segundo, la alcanzó. La abrazó por la cintura, atrayéndola hacia su cuerpo, y ella rió suavemente al chocar contra su pecho desnudo.—Demasiado tarde —susurró él antes de besarla.Fue un beso lento, profundo, lleno de esa calma feliz que viene después de haber esperado demasiado por algo.Ella lo acarició detrás de la nuca, pegándose más a él, dejando que su amor fluyera en ese contacto silencioso.—Kael… —susurró entre risas suaves—. Si no me dejas ir, moriré …moriremos de hambre —sintió una emoción muy grande al pensar en que debía alime
La luz dorada del amanecer se colaba por las rendijas de la cabaña, acariciando los cuerpos entrelazados bajo las pieles. Afuera, el bosque aún respiraba en calma, como si la tierra misma respetara ese instante sagrado entre el alfa y su luna.Kael dormía con un brazo rodeando a Lina, su respiración tranquila, su pecho cálido y fuerte contra la espalda de ella. Pero Lina no dormía. Llevaba minutos —tal vez horas— despierta, con una mano sobre su vientre y el corazón latiendo con fuerza. No quería romper ese momento pero sabía que ya no podía esperar más.Había guardado el secreto por días. Lo había protegido entre sus manos mientras el mundo alrededor se recomponía: la tierra quebrada bajo sus pies, la gente herida, el miedo, el caos… y luego, la lucha por reconstruir todo lo perdido. Había visto a Kael liderar con la fuerza de un alfa y el corazón de un hombre cansado, dándolo todo por su gente. Por eso había callado. Porque él necesitaba primero salvar a todos. Y ella lo necesitaba
Cuando la ceremonia terminó y los murmullos se apagaron, Kael tomó la mano de Lina con firmeza y la condujo por un sendero oculto entre árboles centenarios. Las antorchas marcaban el camino hacia un lugar apartado, donde la vegetación se abría como si la propia naturaleza supiera lo que estaba a punto de ocurrir.Una pequeña cabaña de madera los esperaba, cálida y silenciosa. Las lobas de la manada la habían preparado con esmero: pieles suaves sobre la cama, flores silvestres decorando los rincones, velas que lanzaban una luz temblorosa sobre las paredes. Era un santuario, un refugio íntimo. Allí, Kael no era el alfa. Era solo un hombre, un lobo… y un amante.Lina entró despacio, respirando hondo. El ambiente olía a madera, a lavanda y a deseo. Se giró hacia Kael y lo vio cerrando la puerta detrás de ellos. Sus miradas se cruzaron. Ya no hacía falta hablar.Kael caminó hacia ella, lento, devorándola con los ojos. Cuando la tuvo frente a él, le acarició el rostro con la yema de los ded