“A veces, el amor llega de quien menos lo esperas”. Gia es una licántropa, hija del alfa, quien siempre ha sobresalido por su gran fuerza, rapidez y por su sentido de percepción. Por otro lado, está Gael, el lobo más codiciado y poderoso de la manada, quien fue rescatado por el alfa y llevado a vivir a su casa. Desde que ve a Gia, Gael siente la necesidad de protegerla y de estar a su lado, enseñándole todo lo necesario para que esta sobreviva. Sus problemas empiezan cuando, en una noche de fiesta, ella lo encuentra besando a su mejor amiga. Su loba le grita que él es su mate; sin embargo, este siempre lo niega. ¿Será que la obsesión de Gia la hace imaginar esos gritos internos?
Leer másAquella tarde de verano, la pequeña Gia juega con su espada de madera junto a su amiga Lía. En esos días ha habido un revuelo en la manada, y aquel en específico, varios grupos de guerreros habían salido temprano.
Aquello tiene a los miembros de la manada preocupados, puesto que en esos días han tenido amenazas de sus enemigos, los brujos sangrientos.
—¡Gia, mira! —Su amiga capta su atención—. Es el alfa, tu padre. ¡Corre, antes de que nos vea!
Ambas chicas huyen del parque a toda velocidad. Gia, quien desde muy pequeña ha desarrollado una rapidez impresionante, es la primera en llegar a su casa, seguida por Lía, quien se dirige a la vivienda de al lado.
Con su espada de juguete en manos, su vestido de tela gruesa y de color marrón; su cabello peinado en una larga trenza, que la mamá le había hecho, ella se oculta en el armario que está en la sala y, por medio de la rendija, ella curiosea lo que acontece allí. Ese día el alfa había salido con varios hombres de la manada y todos llegaron tan alterados como se fueron.
Gia observa en silencio mientras oculta su olor para que nadie se percate de su presencia. Ella es la única licántropa, en toda la manada, capaz de hacer aquello; pero nadie conoce su don, puesto que ella lo mantiene en secreto porque teme que los demás la vean como a una amenaza.
Nota que hay un niño que llora desconsolado y, por alguna extraña razón que desconoce, siente su dolor, asimismo, un sentimiento de desamparo que causa que de sus ojos emanen gotas saladas.
«¿Quién es ese niño?», piensa. De momento percibe que él la mira y, en efecto, los ojos dorados de él se conectan con los suyos, como si este supiera que ella se encuentra allí.
Gia se abraza a sí misma al sentirse descubierta, pero más por la extraña corriente eléctrica que le recorre el cuerpo. El corazón le late con intensidad y su mirada gris no puede apartarse de la del chico, por más que ella lo intenta. Antes de que alguien más note el escrutinio de él y como consecuencia ella quede delatada, el niño quita su atención del armario.
En ese momento, el sentimiento gélido del desamparo y el vacío doloroso de la desesperanza menguan, puesto que es reemplazado por la necesidad de proteger a la chica.
***
Los días transcurren y con el pasar del tiempo, la curiosidad sobre el extraño chico aumenta. Aun no se conoce su origen ni la razón para el alfa haberlo llevado a la manada.
—¿No me dirás quién es ese niño y la razón para papá haberlo traído? —pregunta Gia con intriga.
La luna de la manada la observa con el ceño fruncido, como si de verdad ella tampoco supiera acerca de ese asunto que el alfa ha mantenido en misterio.
—Lo único que sé es que la manda Luna dorada fue atacada por brujas sangrientas y que el alfa y la luna murieron. Bueno, en realidad todos los lobos de esa manada fueron asesinados.
—¿Papá participó en esa batalla? —pregunta ella con curiosidad.
—El pasaba por casualidad con los guerreros de nuestra manada. Sabes que en estos días hemos estado bajo la mira de los lobos salvajes, asimismo, se dice que las brujas sangrientas están rompiendo las protecciones de energía que las repelen, creo que han desarrollado un hechizo para poder quitar la protección.
»Esa fue la razón por la que Mateus y los guerreros hayan salido a inspeccionar nuestras barreras. Mateus no me ha explicado cómo fue que llegaron a ese territorio ni cómo encontraron al niño. Mucho menos sé cuál es el plan que él tiene para el pequeño.
Gia agarra una de las galletas que su madre había puesto a enfriar y le atina una mordida. Su madre la mira sonriente y busca el jarabe de chocolate, para decorar las galletas.
En ese momento, el alfa Mateus entra a la cocina con el niño a quien no habían visto, desde el día en que el alfa lo trajo. Junto a ellos, también entran dos guerreros.
Los dos niños se miran con nerviosismo y timidez, entonces Gia se sonroja y le evade la mirada.
—Katrina —se dirige a su esposa, la madre de Gia—, dile a la servidumbre que le prepare una habitación a Gael, quien desde hoy vivirá con nosotros y será parte de nuestra familia —informa el alfa.
La cara de su esposa se desfigura por la sorpresa y el recelo denota en su expresión.
»Sé lo que estás pensando, y no, este niño no es mío —aclara el alfa con diversión—. A él lo encontramos oculto en los escombros. Nos dijo que no recuerda nada más que su nombre, esa es la razón por la que lo tuvimos en el hospital de la manada por unos días. Según dijo el doctor, su amnesia se debe al trauma que experimentó y que su memoria puede volver en cualquier momento, aunque pueden tardar años.
Gia observa a su madre, quien ha relajado su semblante.
—Hola, soy Gia —saluda la hija del alfa mientras se acerca al chico con pasos nerviosos.
—Hola, Gia, mi nombre es Gael —le responde él con amabilidad.
—¿Cuántos años tienes? —le pregunta, pero él arruga el rostro al tratar de recordar.
—Unos doce años. Lo sé por su tono de voz —responde el alfa.
Es normal que los alfas conozcan ese tipo de información, puesto que es parte de su habilidad como líder.
—Yo tengo diez. Soy menor que tú.
El chico le sonría y ella siente que el corazón le late muy fuerte.
—¿Quieres galleta? —le pregunta Katrina al niño con una sonrisa amable.
Él asiente avergonzado y esta le pasa una porción del postre harinoso.
—¿Lo prepararás para ser un guerrero? —inquiere la luna, quien todavía no entiende por qué el chiquillo debe vivir con ellos.
—Más que eso, Gael será criado para ser mi mano derecha y ese hijo que nunca tuve. Él heredará mi liderazgo y se casará con una loba de una manda influyente que nos vuelva más poderosos —responde ilusionado.
Katrina asiente triste y decepcionada, debido a que es su hija quien debería heredar el cargo de alfa y no un aparecido. Sin embargo, sabe que esa decisión la ha tomado debido a su machismo.
—¿Por qué mejor no se casa conmigo? —suelta Gia de repente, captando la atención de todos ellos—. Si él se casa conmigo, ambos lideraríamos esta manada y de esa manera tu liderazgo se quedaría en tu descendencia.
Para nadie es una sorpresa que ella hable como si fuera un adulto, puesto que ella ha demostrado esa inteligencia desde muy pequeña, pero para Gael es fascinante lo que ella ha dicho.
—¡De ninguna manera! —expresa el alfa con exaltación—. Tú y Gael no se verán de esa manera nunca, porque de hoy en adelante serán como hermanos —sentencia, dejando a su hija confundida y con una enorme tristeza.
El alfa Rogius ha puesto a Nico y a sus jefes en el frente de la batalla.Por su parte, Gael y pocos de sus hombres se encuentran luchando porque el resto se ha colocado delante de los límites de la manada, para impedir que sus enemigos los invadan.Dado que Gael tiene habilidades especiales y una fuerza que supera a todos los poderosos, para él es fácil destrozar a sus contrincantes. Los hombres de la manada Zafiro son derrotados con facilidad y sólo pocos de sus jefes quedan con vida, entre ellos Nico, el hijo del alfa.Una señal silenciosa de parte del alfa Rogius es el aviso para que sus hombres y aliados dejen de luchar, con la intención de que Nico y sus jefes sean asesinados por Gael y sus guerreros.Y así acontece.La cabeza de Nico rueda por el polvoroso suelo debido al ataque de Gael, entonces Rogius sonríe satisfecho al haber vengado a su hija.«Maldito, hijo de puta, ¿pensaste que matarías a mi cachorra y a mi nieto y te quedarías impune?», piensa.Una vez los hombres de N
Gael escucha a su guerrero con atención mientras ata cabos en su cabeza. Cuando termina, se dirige a la prisión donde tiene a Camila y se sienta frente a ella para conversar.—No sé nada acerca de ese asunto. Todavía se me hace irreal que la señorita Rut esté muerta. Esto es horrible —responde ella con tono sincero.—¿Sabes de alguien que tenga alguna razón para asesinarla?—Sí —contesta con una sonrisa divertida.—¿Quién?—Katrina, la viuda del alfa Mateus. —Su rostro muestra diversión ante la ironía.Por su parte, Gael aprieta los puños y cruje los dientes.—Mi madre no la asesinó... —masculla enojado—. Ella no cometería tal crimen contra una criatura inocente, lo digo por el cachorro, por supuesto; además, ella ha estado postrada en una cama con problemas de salud, así que no pueden venir a acusarla y ensuciar su nombre.—Yo solo respondo a sus peguntas, Alfa. —La burla denota en todas sus facciones—. Bueno, otra que tendría una razón para quererla muerta es la pareja de Nico, el h
La brisa le acaricia el rostro y le levanta varias hebras de cabello, mientras que su cuerpo tiembla por el impacto de los galopes rápidos del caballo, pero esa no es la única razón para las sacudidas.Una angustia le martilla el pecho cada vez más fuerte, al punto de que la respiración se le torna casi imposible de llevar a cabo.Debe parar.—¿Estás bien? —cuestiona Gael, cuando nota que Leoncio se ha detenido y que su rostro luce pálido.—Lo siento, pero necesito regresar. No sabría explicarlo, yo...Las lágrimas brillan en las cuencas de sus ojos y sus manos tiemblan de forma involuntaria.—Creí que querrías interrogar al guerrero tú mismo, al fin y al cabo, él podría tener noticias sobre mamá.—Lo sé... —Leoncio suspira—. No obstante, tengo un extraño presentimiento de que debo salvar a mi mate. Algo dentro de mi grita que, quizás, quienes la tienen no sean nuestros enemigos como creímos. ¿Qué tal que ella aún esté en mi manada?—Pero dijiste que buscaron en cada rincón y aún lo s
Kali, al igual que Jill, se encuentra en un punto estratégico junto a un grupo de guerreros, que están preparados y posicionados para defender a la manada en caso de que ocurra algún ataque sorpresa. Uno de sus hombres se apresura para darle una noticia y lo lleva al centro de curación, donde se encuentra el guerrero que estuvo desaparecido desde el día en que Camila fue arrestada. —Ahora mismo está inconsciente porque le apliqué un sedante —le informa el doctor que cuida del guerrero—. Llegó en muy malas condiciones. —¿Saben qué le sucedió? —inquiere Kali mientras observa el estado demacrado de aquel hombre. —No sabemos. Él llegó muy ansioso y diciendo que necesitaba hablar con los alfas supremos de urgencia. —¿Qué? Algo importante debe saber, de seguro fue atacado. Desde que despierte me avisan para hablar con él. Estamos en un momento muy delicado y podríamos ser atacados por nuestros enemigos de forma sorpresiva, ya que hay rumores de guerra en nuestra contra. Ellos asienten
Bajo la luz de la luna, en lo más remoto de la parte rural de la manada Zafiro, ella lo mira con lágrimas en los ojos y el ruego en sus facciones.—Por favor, acepta tu responsabilidad, Nico.Él se le acerca con porte amenazante y la observa con disgusto. No la soporta. Esa mujer se embarazó a propósito para atraparlo, pero no permitirá que ella arruine su relación por culpa de un capricho.—¿Cómo te atreviste a venir aquí? ¡A la misma manada donde vivo con mi mate! —le reclama alterado.—¿Por qué no quieres que ella sepa la verdad? ¿Por qué me tratas como si no tuviera ningún valor al traerme a este lugar solitario e incómodo? ¡Soy la hija del alfa Rogius! Deja de humillarme, Nico. ¡Soy la madre de tu hijo!—¡Cállate! —Su mano fuerte le atrapa el cuello y aprieta sin medir las consecuencias.Quiere acabar con su existencia de una vez y por todas, y borrar el error de haberle faltado a su mate.—N-Nico, me estás haciendo daño... —tartamudea ella con lágrimas en los ojos.Espera que él
Ensangrentado, debido a las heridas en su cuerpo, él corre en medio de los árboles con el corazón latiéndole muy rápido.Las lesiones menos graves ya se le han curado; sin embargo, esas que fueron muy profundas todavía les causan dificultad a sus movimientos, aun así, él se las arregla para escapar.Ya lo daban por muerto cuando lo tiraron por aquel barranco y, después de tres días en los que estuvo inconsciente, puede regresar a su manada para advertir al alfa y a la luna acerca del plan en su contra.Ignora su malestar y la debilidad de su cuerpo, ya que solo desea llegar a tiempo para ayudar a sus líderes.***Leoncio mira a un punto fijo, absorto en sus pensamientos y perplejo. Después de unos segundos en pleno mutismo, él rompe el silencio que aquella noticia le ha provocado:—No creo que Gia haya asesinado a una mujer embarazada. Digo, la zorra de Rut se merecía un escarmiento, pero el cachorro es inocente de todo ese lío —razona, más para sí que para sus hombres.Sus guerreros
Último capítulo