¿Quién soy? ¿Quiénes son mis padres? ¿Qué hago con mi vida? Eran tan sólo 3 de tantas preguntas que me mataban. No sabía nada de repente, ni quien soy realmente, ni que debería de hacer con mi vida. Surgieron tantas dudas con el relato de mi madre, tantas preguntas sin respuesta y tantas ideas que acorralaban mi ser.
Al pedido de mi hermana, quedamos a dormir en casa de mi madre, aunque Felipe ocupó la habitación de invitados como antaño. - Isa, ¿no es normal que duermas con tu marido? --- mi chiquilla interrumpió mis pensamientos con su dulce voz. Reí por su ocurrencia y quedé callada unos largos segundos. - ¿No eres muy pequeña para saber ciertas cosas? Estábamos echadas a la cama. Mi niña me contaba un historial de cosas que se me hacían un tanto divertidas y a cada rato reía por sus bromas infantiles. Me divertía con ella y era justamente lo que me hacía falta dentro de la tormenta que era mi vida en esos momentos. - Sé que soy muy pequeña y no debo hablar de estas cosas pero Felipe te ha echado mucho de menos. Ha llorado muchas veces con mamá, y mamá le decía que te dé tiempo para que te tranquilices. Ella le dijo que tu todavía sufres mucho por la partida de papi...--- silencio sepulcral. Mi niña cayó como el silencio de la noche. La miré. Encontré a m8 niña llorando y la abracé con fuerza. - Eh,ven aquí. - Lo echo mucho de menos Isa---los suspiros de mi niña me partían el alma--- mamá también lo echa mucho de menos, aveces la veo llorando sola en su habitación. Estaba más que consciente que mi madre sufría más que nosotras , ya que , mi padre siempre fue su mejor apoyo. Aunque mi madre le ponía en su lugar de vez en cuando, lo amaba más que a nadie. Me quedé con mi niña en los brazos y así nos despertamos en la mañana. Ella levantó la cabeza de la almohada y me miró. Sentí su movimiento y cerré los ojos, a ver qué hace y para mi sorpresa me tocó ligeramente la mejilla acariciándola. - Isa, despierta--- la escuché. Creo que mamá ha preparado tu desayuno favorito ---mis carcajadas sonoras la hicieron sonreír. - ¿Cómo lo sabes?---pregunté llenándole la carita de besos, ¡Dios mío, la eché tanto de menos! - Porque huele hasta aquí. De vez en cuando lo hace. Un ligero toque en la puerta nos llamó la atención. - Chicas, ¿puedo pasar? - Felipe , estamos aquí ¡Isa no me deja salir de la cama! - ¡Que mentirosa! --- empecé a hacerle cosquillas como antaño y ella rió a todo pulmón. Esa risa , ella , toda ella me hacía feliz, me alegraba el día y la vida entera. Felipe apareció de detrás de la puerta y nos miró con una sonrisa de oreja a oreja. Se veía feliz. -Tu madre y yo os esperamos a desayunar chicas. Buenos días, que no dije nada. Nos levantamos, nos lavamos la cara y nos encaminamos a la cocina de donde salía un olor a desayuno recién hecho. Tanto era que mi estómago rugió. Apenas entonces recordé que no había cenado. La mesa estaba llena con todo lo que uno podía imaginar y más. Nos sentamos los cuatro y lo disfrutamos como en los buenos tiempos en familia. - Me iré hoy, tengo que volver a la ciudad--- hablé bastante bajo. - ¿Porqué no esperas hasta mañana y volvemos juntos? --- Un Felipe sorprendido añadió---mientras tanto pasas hoy con tu hermana. El bien sabía que cuando se trataba de mi niña , un no estaba descartado. Suspiré no muy convencida,pero no era por quedarme otro día ,sino porque tenía que volver con el y no tenía ganas de charlas con nadie. Pasé un día estupendo con mi Lorena. Fuimos a comer helado, pasteles en la pastelería de nuestra madre,una de las 3 que poseía, y finalmente decidimos ver una peli. Todo un día lleno de diversión, tanto que se me había olvidado el sufrimiento que acribillaba mi ser. ***** Llevaba 2 semanas viviendo con Felipe; dos semanas en las que nos hicimos amigos. En principio esa fue la única condición para compartir la casa que era de los dos. No mencionaba nada del tiempo en el que estuvo fuera y yo no quería recordar nada de aquello. Aún así, me mantenía bien despierta para el día en el que íbamos a recordarlo y revelar toda la verdad. La duda que me generaba era si plantear el divorcio o no. Pasábamos el tiempo entre el restaurante del que nos encargabamos los dos, y pasar tiempo con nuestros amigos, cada uno por su cuenta. Yo empecé a salir , cosa que no hacía antes y eso me venía de maravilla. Poco a poco aprendí a relajarme y aceptar que la vida no es siempre lo que deseas, aunque una cosa me llenaba de curiosidad ¿quién era mi padre biológico? En una de las salidas me reencontré con mi profe de literatura y a decir la verdad, le echaba de menos. Tomaba un café en una pastelería donde acostumbraba ir en mis días de universidad, y de la nada olfatee un perfume muy conocido y embriagador. No necesité dar la vuelta para saber que era el, mi profe fue la única persona en usar esa colonia. Andrea seguía siendo un hombre muy guapo a pesar de pasar mucho tiempo sin verle, parecía que los años le hacían un favor. - Profe...eh...---tartamudeé--- ¿qué hace usted aquí?---cerré los ojos sintiéndome tonta en el momento. Sacudí la cabeza sonriendo mientras mordía mi labio inferior. - Es un lugar público ¿no?--- su risa sexy me obligó a abrir los ojos. Le vi juguetona y enseguida recordé aquellos sueños húmedos que alguna vez disfruté. Se veía más sexy que en mis escenas, si es posible. Llevaba puesta una camisa de verano de manga larga y un pantalón de lino, con un porte que no se podía pasar desapercibido. Con valentía le miré de pies a cabeza y el sonrió de lado sacando un suspiro. - Un dólar por sus pensamientos señorita Blanco--- dijo al mismo tiempo que me invitó a sentarme en la silla que había ocupado anteriormente. Retiró la silla de enfrente y tomó asiento, dejando reposar encima de la mesa los dos libros que traía consigo. - ¿Por cuál de ellos , profe?--- pregunté y no pude evitar borrar la sonrisa de mis labios. Tomé un sorbo del capuccino que me gustaba disfrutar de vez en cuando, dando vuelta a la taza. - Mil disculpas por mi intromisión, no es mi intención hacerle daño---pidió un capuccino y tomó un buen sorbo haciendo una mueca--- no pensé que fuera tan caliente, aunque es domo más me gusta y más lo disfruto. - ¿Usted siempre lee? - Los libros son mi pasión...pero, ¿porqué nos tuteamos? ---achinó los ojos---Ya no eres mi alumna. Su mirada penetrante me tocaba hasta el alma y por mi cabeza pasaban cada vez más, aquellos momentos."Si el lo supiera" pensé. - Tus mejillas Isabel--- su mirada oscura me caló hasta los huesos y un escalofrio recorrió mi espina dorsal--- te ves ... Tragó sus palabras , pero yo muy bien sabía que me quiso decir. Después de un largo silencio le conté por lo que había pasado en el último año. Los primero dos años después de la desaparición de mi marido, Andrea fue uno de los mayores apoyos que pude tener. Aparte de David y Daniela, el me ayudó y me apoyó incondicionalmente, como si fuera un amigo más. De hecho se había convertido en uno, ya que David y Daniela quedaban un poco descartados por la amistad fraternal que llevaba Felipe con David. Nuestra amistad nunca pasó a mayores aunque Andrea me lo propuso. Lo de amigos con derechos fue una de las posibilidades a tomar en cuenta, pero me negué y no por el amor tan grande que le tenía a mi marido sino por los valores que me inculcaron mis padres. En una de las tantas salidas que tuve con Andrea, este me contó que su tío de Italia es detective privado jubilado ya eso sí. Pero todavía tenía contactos y si yo le daba el sí, se pondrían en marcha para buscar a mi marido. Evidentemente me negué, ya que las tarifas estaban bien elevadas , aparte de que no tenía ninguna pista de donde podría haber ido Felipe. Por un tiempo pensé que se había fugado con Nicole ,pues a ella tampoco la veía por la ciudad. Me negué por muchas razones, una de ellas era la rabia que me mataba por dentro, si mi marido había deseado desaparecer, pues ¿qué le vamos a hacer? Andrea escuchaba en silencio. De vez en cuando fruncía el ceño, unas veces con disgusto y otras bastante sorprendido. -Supongo que quieres saber quien es tu padre biológico ¿no es así?---tragó con fuerza---Isabel,sabes que yo tengo todo lo que necesites para dar con la verdad. Solamente me tienes que dar el visto bueno. - No hace falta que me lo repitas siempre que nos vemos, sé de sobra que puedo confiar en ti. Pero hay tantas dudas que me carcomen...créeme que no sé ni en qué dirección ir---suspiré. Realmente era una carga muy pesada y no estaba segura de poder llevarla por el resto de mis días--- Creo que tienes razón, debería de empezar a quitar dudas y encontrar respuestas. Así será más fácil seguir con mi vida, Felipe siempre me lo dice. - Lo amas ¿verdad? --- apenas me di cuenta de haber mencionado al traidor de mi marido y mordí mi labio--- Escúchame bien Isabel, eres una gran mujer como pocas hay hoy en día y tu marido tiene mucha suerte de haberte encontrado. Tu también tienes suerte de haberlo encontrado a el--- le miré incrédula. ¿Cómo podía decirme eso? El no sabe lo difícil que fue para mi dormir y despertar llorando por tantos meses. - Por favor...---supliqué casi en un susurro. - Aunque lo niegues...--respiró profundamente---no lo hagas más. No lo niegues más Isabel, te estás haciendo daño. - No entiendo nada de lo que me dices...si tu supieras...--- no lograba terminar las frases,se me formaba un nudo en la garganta cada vez que quería seguir. - Aunque dejes de hablarme te voy a dar un consejo. Tu marido se fue para no hacerte daño y sé que es difícil de entenderlo porque tu no lo ves así. Tu crees que te abandonó en los peores momentos de tu vida, pero ¿alguna ves has pensado en su dolor? ¿alguna ves has pensado en si hubierais sido hermanos , qué hubiera pasado con vuestro amor? Gracias a Dios no sois hermanos , pero el necesitaba descubrirlo y estar seguro de todo eso que sentía por ti. El te dio tiempo y espacio;yo que tu le agradecería, pero primero dale la oportunidad de exponerte su punto de vista. Abandonó su asiento y cogió los libros pero antes de marcharse se agachó a mi oído. - Escúchale niña , no te arrepentirás. El también tiene derecho a equivocarse y expresarse.