James Maxwell es un empresario americano que se muda a Inglaterra cuando se asocia con George Evans en un proyecto de sustentabilidad; James es un hombre obseso del control en negocios y más en su vida privada, hasta que conoce a una mujer muy joven que empieza a cambiarle la vida poco a poco, pero él se niega a dar pie a algo más, ya que su visión de la vida no es la misma que la de ella, y eso provocaría problemas a futuro, él no suele meterse en problemas y menos... con la hija de su socio.
Leer másSus manos estaban cubiertas de sangre. Vio sus ojos negros sin ese brillo que la caracterizaba. Se preguntó una y otra vez, ¿Qué hizo mal? ¿En qué momento ella…tomó esa decisión? James gritó su nombre a todo pulmón, haciendo que se despertara, el escalofrío lo recorrió por cada rincón de su cuerpo, estaba sudando, su corazón latía a toda prisa, la habitación estaba oscura, a excepción por la luz de la luna que se colaba por la ventana frente a él.
Se sentó en la orilla de la cama, cerró sus ojos e intentó controlar sus emociones, no quería volver a regresar al psicólogo y volver a hablar de estas pesadillas, tenía que comprender que él no tenía la culpa, que ella tomó su decisión y tenía que aprender a seguir adelante.
Abrió sus ojos y comenzó a hacer ejercicios de respiración mientras sus dedos intentaban soltar la tela de la sábana que estaba aprisionando entre sus dedos, poco a poco comenzó a tener esa tranquilidad, luego se levantó. Eran las tres de la mañana, se puso su ropa de ejercicio y entró al gimnasio privado para empezar su rutina.
Los músculos de su espalda se marcaron cuando bajó las cuerdas con pesas, después de cinco repeticiones, se detuvo al escuchar su celular sonar en la bocina. Miró la hora y no se sorprendió al ver que era uno de sus amigos: Peter. Presionó un botón y se escuchó la voz por todo el lugar.
—Maxwell, ¿Leíste el proyecto de sustentabilidad del señor Evans? —Peter sonó ansioso, estaban esperando una oportunidad y pareció llegar la indicada. James buscó la botella de agua y dio un largo sorbo. —Podría ser el proyecto indicado para JMB, darle más renombre.
—No. —dijo tajante.
— ¿Por qué no? —la voz de Peter del otro lado de la línea era de total sorpresa.
James se pasó una toalla por su rostro y secar el sudor.
—Si se concretara el proyecto…Sería mudarme a Inglaterra. —Peter soltó un bufido que se escuchó por el lugar. James no quería dejar la casa. No quería dejar su rutina. Todo eso le brindaba tranquilidad la mayoría de sus días desde que Bárbara se fue. No quería dejar todo e irse al otro lado del mundo. Ella no se lo perdonaría. No podía abandonarla de nuevo.
— ¿Es por Bárbara? —James soltó un largo suspiro.
—Es por mí. —se escuchó un breve silencio de parte de Peter. —Sé lo qué piensas, pero por nuestra amistad, respeta. —dijo de manera tajante.
—Siempre te he respetado, pero bien. Como quieras. Solo diré algo antes de que me cortes la llamada. —James
apretó su mandíbula con fuerza, hizo puños sus manos. Sabía lo que diría y no quería escucharlo. —Tienes que avanzar. No sigas enraizado en un lugar que solo te lastima, Maxwell. —Y luego cortó la llamada Peter. Por primera vez quería hacerlo él.
Días después en algún lugar en Londres, Inglaterra.
Las copas de champagne comenzaron a servirse. La mesa del bufete empezó a llenarse de platos exquisitos y exóticos. La elegancia y los colores del lugar resaltaron ante los ojos de los empresarios invitados a ese gran evento.
— ¿Te falta mucho, niña? —preguntó la anciana dando otro toquido con sus débiles nudillos contra la puerta.
Emily se miró en el espejo del baño de la segunda planta, se revisó el maquillaje y su peinado.
—Sí, ya saldré. —al presionar sus labios, aparecieron esos hoyuelos, su dedo índice fue a ese pequeño hueco y lo acarició, recordó a su madre, luego bajó el dedo y se volvió hacia la salida, su mano tomó el picaporte y lo giró, cuando lo hizo, se encontró con Poppy, su ama de llaves y su nana de años. Emily era hija única, estaba a punto de cumplir sus veinte años, un año más y, podría decidir su propio futuro.
— ¿Todo bien? —preguntó la mujer mayor, Emily asintió y luego soltó un largo suspiro. Poppy sabía que su niña había cambiado, había regresado de Estados Unidos con una actitud rebelde, con pensamientos extraños, su deseo por la independencia, había crecido mucho y se lo había dejado claro a su padre cada vez que podía desde su regreso hace días atrás. — ¿Qué tienes? ¿No puedes mejorar esa actitud? —el acento inglés le hizo sonreír a Emily.
—Extrañaba mucho tu voz, nana. —la abrazó y dejó un beso en su frente, era una segunda madre para ella, ya que su madre había muerto cuando nació, la única figura materna era ella.
—Anda, tu padre me ha mandado a buscarte. —Emily arqueó una ceja, luego miró por encima de ella, a lo lejos, estaba el equipo de seguridad que la cuidada a discreción, pero ella sabía que estaba siendo vigilada.
— ¿Tú o esos dos hombres de traje oscuro? —Poppy torció sus labios.
—Anda, bajemos, ya está recibiendo tu padre y la asistente a los invitados. —Emily acompañó a Poppy a la primera planta, su vestido era discreto, blusa de seda blanca con un adorno de tiras negras en forma de moño y un pantalón negro y liso que caía a sus pies, solo asomando las puntas de sus zapatos de diseñador. Era el conjunto que había encontrado extendido en su antigua cama, no se le permitió llevar un vestido acorde al evento, miró el reloj, estaba a minutos de ser su cumpleaños y ya tenía planeado como escabullirse de la gran casa inglesa en la que vivía su padre.
Al salir al gran jardín que es dónde se llevaba la reunión, se quedó estupefacta cuando todos gritaron: ¡Feliz cumpleaños, Emily! La música comenzó a sonar, su padre se acercó para tirar de ella sutilmente y felicitarla, estaba realmente sorprendida, nunca había tenido fiestas de cumpleaños con él, los anteriores, lo festejó con sus compañeras de internado, pasteles de cumpleaños a escondidas en el almacén de víveres en Estados Unidos. Por un momento añoró esos cumpleaños, tenía a amigas verdaderas y no a todos los lambiscones que se acercaban a ella para felicitarla, como si la conocieran de años, pero no era así.
Poppy miró como su niña había madurado, como ese porte elegante le hacía ver que era otra Emily, y eso le preocupó.
Su padre, George apretó su muñeca disimuladamente para llamar su atención por un momento, ella lo miró.
—Sonríe más. —ella estaba a punto de decirle unas cuantas pero se mordió la lengua. —Quiero presentarte a mi futuro socio. —tiró de ella delicadamente ante los ojos puestos en ellos, cruzaron dos mesas más y cuatro hombres vestidos elegantemente se pusieron de pie. —Caballeros, quiero darles las gracias por acompañarnos en esta noche, —Emily no les prestó atención, solo puso su sonrisa más fingida, aceptó los halagos y las felicitaciones, luego comenzaron a hablar de negocios, algo que para Emily era aburrido, buscó a Poppy y la vio cerca de la entrada a la casa. Disimuladamente se fue alejando del grupo de empresarios, cruzó la pista y llegó a su nana.
—Ve con tu padre. —ordenó su nana.
—Necesito ir al baño. —Poppy sabía que se iba a escapar, pero uno de sus encargos de parte de George, era mantenerla en la fiesta, cueste lo que cueste.
—Te acompaño. —dijo. Emily tomó su mano.
—Me voy a ir y no vas a detenerme. Ya tengo veinte años…
Poppy la interrumpió.
—Todavía no tienes veintiuno que viene siendo el pase a tu libertad niña, así que no hagas que tu padre me tache de inservible por no mantenerte en tu propia fiesta de cumpleaños. —Emily sintió una opresión en su pecho.
—Creo que has hecho demasiado el criarme antes de que me encerraran en un internado al otro lado del país, ¿No crees?
Poppy sintió que sus ojos se iban a cristalizar a sus palabras tan ciertas, parte de su vida fue criar a su madre, luego fue testigo de la llegada de Emily, así como la pérdida de su madre, le había partido el alma en dos, pero antes de que muriese, le había hecho una promesa y era cuidar de la pequeña.
Años después…New York, Casa residencial de la familia Maxwell EvansJames intentó acomodar las últimas piezas de pie deaquel dominó de colores, Eli estaba recostada panza abajo acomodando ella del otro lado del último dominó. Levantó su mirada hacia a su padre, quien pareció estar aliviado de haber terminado el gran laberinto de piezas.— ¿Ya, papá? —preguntó la pequeña Elizabeth, ella había heredado esos ojos azules de su padre, el cabello castaño y los mismos hoyuelos de la sonrisa de su madre. Era idénticaa Emily cuando era pequeña, solo que con una pizca de rebeldía, Elizabeth era como su padre, eratranquila, disciplinada y tenía algo que los había sorprendido a ambos, su forma de ver las cosas alrededor a sus siete a&nt
Meses despuésEl gran jardín de la nueva casa que había comprado James para su familia, era impresionante. Lo había compradopensando en todos los juegos que pondría para que su pequeña Eli jugara y corriera. Ya tenía lista aquella casa del árbol que el mismo había construido en una semana. Peter se acercó para sacarlo de sus pensamientos ya que la ceremonia iba a empezar.— ¿Está todo bien? —preguntó Peter, James asintió desviando su mirada a él. Lució un impecable traje de etiqueta como todo padrino de boda.El resto se acercó para acomodarse a lado de él. Todos fueron padrinos de&
— ¿Estás mejor? —preguntó Biel a James quién había tenido un bajón de adrenalina después de lo que pasó con Dominick y el ver a Emily en el pavimento desangrándose.James alzó la mirada y asintió.—Gracias. —dijo, Biel se sentó a su lado en la sala de espera del hospital.— ¿Cómo está Emily y el bebé? —preguntó.—Ya mejor, por el cuadro de estrés provocó el sangrado, pero la ginecóloga dice que están a salvo. —se pasó ambas manos por su cabello desarreglado.—Gracias por ayudarnos. —dijo Biel después de un breve silencio.James lelanzó una mirada y luego asintió.—Si solo me hubieras dicho con más anticipación…—No contábamos con que sali
Emily EvansSonó su celular y contestó alejándose. Me levanté para acercarme. — ¿Dónde está? —un breve silencio. — ¿Cómo que no está?¿Y el equipo no lo estaba vigilando? —otro silencio. — ¡No me importa! ¡Para eso te pago! Haz lo que tengas que hacer para desaparecerlo, te veo en la pista en media hora, ya saldré para allá. ¡Pero asegúrate de hacer ese maldito trabajo! —luego cortó, me alejé y tomé el calzado, me miró pero no dijo nada, se acercó y yo me tensé, detuve lo que estaba haciendo, alerta de lo que me fuese a hacer.Se acercó más y se sentó sobre uno de sus talones y una rodilla descansó en la alfombra. Me quitó el zapato y no pude evitar no temblar, temía que me hicieraa
Emily EvansDesperté al escuchar repetidamente a lo lejos mi celular, me removí de la cama en busca de ese cacharro, como nopodíamos dormir después de que James se desahogara por primera vez acerca de su pasado, nos entretuvimos bajando las aplicaciones para el celular nuevo, hasta que en algún momento, nos quedamos dormidos, más tarde, había escuchado a lo lejos decir que se iba a meter a bañar y con ello una invitación que no pude aprovechar por el sueño y el cansancio que aun sentía, el celular dejó de sonar, entoncesdetuve su búsqueda, sentí un tirón de mi cabello al volverme a acurrucar en las cobijas, mi anillo de compromiso se habíaenredado con mi cabello, me acomodé para desenredarlo y no pude evitar no sonreír como una tonta enamorada, aunque todavía no íbamos a com
James MaxwellLe hice el amor en la bañera, luego en la cama, Emily había despertado en mí algo que no podía describir, la amabacon toda mi alma, ¿Cómo es que en tan corto tiempo había hecho de mí alguien distinto? La estaba mirando dormir, estaba pegada a mi costado, una pierna encima de mi pelvis, una mano rodeando por encima de mi estómago, podía escuchar en el silencio de la habitación, esa respiración que poco a poco comenzó a arrullarme, su cuerpo era cálido junto al mío, subí y bajé mis yemas por su espalda desnuda,hasta que sentí que cayó en la cama, mis ojos finalmente se cerraron, pero mi cabeza, no dejaba de hacerse tantas preguntas que por unmomento me abrumaron. Todo lo que había salido de la boca de Sabella me estaba torturando de alguna manera, mi mente me mos
Último capítulo