GabrielleGunnar devoró mi boca con una urgencia que me robó el aliento, saboreándome como si fuera agua en medio del desierto. Sus labios eran exigentes, su barba áspera raspaba mi piel sensible, y la fuerza de su mano en mi nuca me mantenía anclada a él.Gemí, abriendo la boca para dejarle entrar, y su lengua invadió mi espacio, dominante y húmeda, imitando lo que estaba por hacerme. No había técnica refinada, solo una necesidad brutal y honesta. Me llevó hacia atrás hasta que mi espalda quedó contra la alfombra de piel frente al fuego.El peso de Gunnar sobre mí fue aplastante y glorioso. Se incorporó, quedando de rodillas entre mis piernas, y me miró como un depredador a una presa que ha dejado de luchar. Sin una palabra, tomó el borde de mi camiseta y rasgó la tela.—Gunnar... —jadeé, expuesta ante su mirada voraz.—Hermosa —dijo con voz ronca, sus manos grandes y ásperas cubriendo mis pechos, amasando mi carne con una posesividad que me hizo arquear la espalda—. Tan pequeña. Tan
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