Nuevamente en mi cuarto, cierro los ojos. No he podido cenar. Me es imposible desviar mis pensamientos hacia otro lugar que no sea Nacho. ¿Realmente se escondía un plan en sus intenciones? Un deseo de volver a ver su cara me brota con fuerza.Me levanto de la cama y voy hacia la estantería. Debajo de mi foto del ayer, está el álbum de fotos de la boda de Sandra. Lo cojo entre mis manos y lo abro. Paso varias páginas, que resbalan entre mis dedos, de arcoíris multicolores, de vestidos de fiesta y de elegancia. No, no puede ser que Sandra, las haya arrancado, aunque viniendo de ella, nada me extraña. Siempre le había tenido una manía inexplicable que no podía disimular, ni aun sabiendo que se iba a casar conmigo.De repente, su sonrisa agitanada regresa a mí, y la distancia se aproxima en el recuerdo. Por fin, puedo ver a Nacho, en el preciso instante en que Sandra me tiraba el ramo de novia. Su traje, su corbata, y su perfil me trasladan a otro tiempo en el que mi mundo giraba en torno
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