Después de que Cayetano y Liam se fueran, me quedé sentada en el banco del salón, con la luz de la luna entrando por la ventana. Rosa se acercó de nuevo y me abrazó — su abrazo era cálido, seguro, como el de una hermana. Sentí cómo sus dedos se enroscaban en mi pelo, como si me estuviera protegiendo de todo el mal del mundo.“Yo creí en ti desde el primer día”, susurró ella en mi oído. “Cuando llegaste, con el vestido roto y las lágrimas en los ojos, vi algo en ti — algo que no se rompe. Y ahora lo veo más claro que nunca.”Yo le abracé más fuerte. “Gracias”, dije, con la voz cargada de emoción. “Sin ti, no hubiera sobrevivido. Sin ti y Mireya.”En ese momento, Marco se acercó — el lobo de Rocco que había dicho que Cayetano era un monstruo. Se paró a unos pasos de nosotros, con la cabeza baja, y dio un paso hacia atrás como si tuviera miedo de acercarse. “Selena”, dijo, con voz baja. “Lo siento por lo que pasó. Por lo que Rocco hace. Por lo que Cayetano dijo.”Yo le miré con sorpresa.
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