Me quedé paralizada, sintiendo que mis pulmones ya no recibían oxígeno. Entre todas las probabilidades que existían en este mundo, ¿por qué me tocaba la peor mano? Los recuerdos de hace diez años me golpearon, la forma en la que me trató, como me echó de la mansión de su padre como si fuera una vil delincuente, frente a todos sus familiares que ya de por si me odiaban por ser una “extranjera tercermundista”, como dejó que su media hermana me tratara. Él sabía que yo era inocente, que no había hecho nada malo, pero no me defendió. Nos amábamos… No, yo lo amaba, tanto que le entregué mi primera vez, creyendo que era tan especial para mí como para él, pero solo jugó conmigo. Connor era el único que había logrado que mi corazón latiera rápidamente cada vez que lo veía, pero después de lo que me hizo, ese sentimiento murió. Jamás olvidaré como me entregó ese puñado de billetes, como si no fuera más que una prostituta. —¿No piensas presionar el botón? —repitió. Sus ojos verdes se en
Leer más