Cap. 17 Esperen. Miren esto
Dayana se derrumbó en el sofá, sacudida por espasmos de dolor puro. Esa explosión de verdad cruda, lejos de paralizarlas, electrizó el ambiente. Elsa y Felicia se miraron, y en sus ojos ya no había solo el brillo de la estrategia, sino el fuego de la lealtad feroz.Felicia se sentó a su lado y la envolvió en un abrazo que olía a infancia y a seguridad.—Ya está, mi niña. Ya está. Suéltalo todo —murmuró, acariciándole el cabello.Elsa, de rodillas frente a ellas, le tomó las manos.—Escúchame, Day —dijo, con una voz firme que cortaba a través del llanto.—Tu cuerpo no te traiciona. Te recuerda. Recuerda la química, la costumbre, la historia. Pero tú eres más que tus hormonas o tus memorias musculares. Eres tu voluntad. Y tu voluntad dice que esto se acabó.El llanto de Dayana comenzó a amainar, transformándose en un temblor de agotamiento. Levantó la vista, sus ojos rojos pero ahora secos de rabia.—Tienes razón —susurró, su voz ronca pero clara.—Mi voluntad es lo único que me queda.
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