El segundo encuentro no fue casualidad.Fue consecuencia.Valeria lo supo en cuanto recibió la invitación a la mesa redonda privada que cerraría el foro. Un grupo reducido, nombres estratégicos, conversaciones que no quedarían registradas. Adrian estaría allí. No porque lo hubiera buscado, sino porque ambos ocupaban, les gustara o no, espacios que terminaban cruzándose.Aceptó.No por él.Por ella.El salón era más pequeño, la luz más baja. El ambiente invitaba a hablar con franqueza, a medir menos cada palabra. Valeria tomó asiento junto a Diego, consciente de la presencia de Adrian al otro extremo de la mesa. No se miraron de inmediato. No hizo falta.La conversación fluyó con profesionalismo. Propuestas, riesgos, escenarios. Valeria habló con claridad, Diego aportó estructura, Adrian escuchó con atención precisa. Cuando intervino, su voz fue firme, sin imponerse. Valeria notó el cambio. No era el hombre que dominaba la sala por inercia. Elegía cuándo hacerlo.Al final, mientras los
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