El crepitar de la chimenea llenaba la habitación con un calor engañoso, porque el aire, lejos de ser cálido, estaba cargado de tensión.Greta Caris, hija del alfa Baltazar, lo observaba con los ojos ardiendo de furia y desafío. Su aura alfa vibraba con fuerza en el ambiente, imponiéndose incluso sobre los guerreros apostados en la entrada. Solo era superada por el poder de su padre, cuya presencia era tan imponente como su temperamento.A un costado, Hans, su hermano gemelo, intentaba intervenir. Conocía el peligro de aquella mirada. Sabía que cuando su padre se enfurecía, Hades, su lobo, despertaba… y la violencia no tardaba en llegar.—¡Jamás me voy a casar! —rugió Greta, dando un paso adelante—. ¡No me casaré obligada solo para complacerte, padre! ¡Quiero estar al lado de mi hermano cuando asuma como alfa! Quiero luchar a su lado, proteger la manada, soy una hembra alfa por amor a la Diosa.Baltazar la observó con la mandíbula tensa.—Soy tu padre, y sé lo que es mejor para ti. No
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