Un auto rosa, brillante, imponente se detuvo frente a las puertas de cristal del edificio CriptoWhite, sede del imperio financiero y uno de los más poderosos del país. Las puertas del vehículo se abrieron lentamente, descendiendo de el: ¡Rubí! Envuelta en un vestido carmesí que parecía hecho para pecar y ser admirado.Cada paso suyo resonaba con fuerza proveniente de los tacones sobre el mármol. Un guardia abrió la puerta principal; los demás, vestidos de negro, la siguieron como una escolta silenciosa. Joyas exuberantes, perfume caro, una sonrisa calculada. Todo en ella gritaba ¡Lujo, poder y peligro!Los empleados que la veían pasar desviaban la mirada, sin saber si contemplaban a una inversionista o a una trampa.En la recepción, la secretaria de Aiden, una mujer elegante y precisa revisó su portátil y asintió con una cortesía controlada. —El señor White la espera. Puede pasar.Rubí esbozó una sonrisa que rozaba la insolencia. Caminó hacia la puerta de cristal esmerilado con el nom
Leer más