El beso no fué un acto de amor, fué un cataclismo.Seraphina se sintió disolver bajo el asalto de la boca de Ronan. No había gentileza en él, solo una voracidad desesperada que barría con cualquier pensamiento racional. Sus manos se aferraban a su cabello, tirando de él hacia abajo, mientras los brazos de acero de él la aplastaban contra su torso desnudo, borrando el aire entre ellos.Era fuego. Era la respuesta a todas las preguntas que su cuerpo había estado gritando desde la gala. El sabor de él era embriagador, una mezcla de menta, whisky y pura masculinidad oscura. Por un instante suspendido en el tiempo, en la penumbra de esa biblioteca antigua, no hubo manadas, ni prometidas de hielo. Solo había un hombre y una mujer, y una atracción tan violenta que amenazaba con derribar los cimientos de la mansión.Ella gimió contra sus labios, abriéndose a él, rindiéndose. Sintió el gruñido de él vibrar contra su boca, una respuesta animal que prometía más, que prometía todo...Y entonces,
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