La risa de Tena retumbó como un trueno en el salón comunal, repleta de burla y veneno.—¿Qué dices, Armyn? —exclamó, con una sonrisa cruel que dejó ver todos sus colmillos—. Todos aquí sabemos quién eres tú. La omega débil que el Alfa Riven rechazó, la misma que una vez intentó matarme. ¡No vengas ahora con ese cuento absurdo de que eres una Reina Alfa! Eso es una ofensa, un insulto… incluso para la verdadera Reina Alfa de Ígnea.Un murmullo inquieto se extendió por la multitud como un incendio. Miradas acusadoras, dedos señalando, voces que repetían la humillación de Armyn sin saber la verdad.La joven sostuvo esas miradas con frialdad, sin parpadear, con un desprecio tan profundo que logró silenciarlos por un instante.Sus manos temblaban, sí. Pero no de miedo, sino de ira contenida.—Armyn —intervino Riven finalmente, dando un paso hacia ella. Su voz estaba cargada de una mezcla amarga de preocupación y autoridad—. No eres débil… solo… acepta quién eres. Eres una omega. Ven conmigo,
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