Capítulo 7

Me quedé tiesa. Congelada. Modo disimulando, me repetí. Actúa normal. Tienes amnesia. No recuerdas nada. Ni siquiera recuerdas lo incómodo que es esto.

Entonces, oí el clic de la puerta del baño. Se abrió.

Entré en pánico. Giré la cabeza bruscamente hacia la ventana, fingiendo una concentración absoluta en los coches que pasaban abajo. Adopté mi mejor pose de "no estoy haciendo absolutamente nada". Pero mi pierna derecha me traicionó, iniciando un temblor rítmico contra el suelo. Un tic nervioso que odiaba.

Damián salió. No necesité mirarlo para saberlo; el vapor cálido de la ducha invadió la habitación, cargado con el aroma de su jabón.

Se detuvo. Podía sentir sus ojos fijos en mi nuca.

—¿Estás bien?

Su voz era grave y me hizo saltar.

—¡Sí! —mi respuesta fue demasiado aguda, demasiado rápida—. Sí, sí, estoy bien. ¿Por qué no lo estaría?

Fue entonces cuando cometí el error de girarme.

Se estaba secando el cabello oscuro con una toalla pequeña, pero era la otra toalla la que acaparó to
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