Jeremías dormía apenas cuando el timbre de la habitación comenzó a sonar. Abrió los ojos con lentitud, sintiendo la pesadez en los párpados. Había pasado la noche en vela, revolviéndose de un lado a otro en la cama, reviviendo cada instante de pasión junto a Macarena, deseando saber dónde estaba metida, esperando un mensaje suyo, una señal que le permitiera saber que estaba bien. Se incorporó con esfuerzo y, aún adormecido, estiró los brazos para estirarse. Un par de bostezos escaparon de su boca, mientras avanzaba desde el dormitorio hacia la puerta principal. Apenas giró el picaporte y abrió, el sueño se le esfumó de golpe. Al otro lado estaba su hermana, Inés, su presencia era imponente. —¿Cómo pudiste hacerme esto, Jeremías? —dijo y le lanzó una bofetada.Él, todavía medio dormido, no alcanzó a reaccionar; y aunque hubiera podido, tampoco lo habría evitado. Inés era su hermana mayor, la persona que más admiraba y a quien le debía prácticamente todo.Sintió su rostro ardiendo. S
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