Mikkel la miró, confundido, la habitación parecía dar vueltas a su alrededor, pero la figura frente a él era clara: rubia, ojos azules, con una mirada que lo desafiaba.—Lía… —susurró de nuevo, con voz ronca, cargada de necesidad.Elin sintió que el nombre le quemaba los oídos, sintió que un gran odio se apoderaba de ella, incluso borracho, incluso en su estado más vulnerable, solo una mujer existía para él, era ella, siempre ella.Pero entonces, una sonrisa lenta y maliciosa se dibujó en sus labios. ¿Qué clase de tonta sería si no aprovechaba esto? Mikkel se había puesto ante ella en charola de plata.—Sí, soy yo —murmuró, bajando la voz, con un tono más suave, más vulnerable, no era perfecto, pero en su estado, él no notaría la diferencia.Se inclinó y lo besó.Fue un beso apasionado, Elin puso todo su rencor en ese contacto, toda su frustración, toda su ambición. Sus labios se movieron sobre los de él con ferocidad.Mikkel respondió al instante, un gemido ronco escapó de su gargant
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