La nerviosa chica no podía evadir la situación, tendría que enfrentarse a su marido sin más remedio, pero después hablaría con el hombre ruso de por qué la puso en este aprieto. En menos de nada los pasos de la mujer se escucharon cerca, apenas ella llegó a la sala de estar, lo vió. Era él, su esposo, está vez no traía puesto su Thobe, si no que vestía un fino traje oscuro hecho a medida. El corazón de Monserrat parecía que se le saldría del pecho, su amor mezclado con el dolor de la traición eran emociones que la sobrepasaban, más aún así intentó mantenerse serena. — ¿Me llamaste Sergey? El ruso se sorprendió por un momento de que la mujer extranjera lo llamara por su nombre de pila, Pero fue solamente un momento, después se compuso y dijo: — Si, los caballeros estaban afuera de la villa, dijeron que si no accedía a verlos se apostarían ahí, entonces pensé que no había necesidad de que sucediera algo como eso, el Jeque solamente quiere hablar contigo. — Si, ya me había
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