Dos hombres excelentes en combate.
La mirada verde penetrante del Jeque se fijó en el agente, ese ruso no lo iba detener.
— Tú no me vas a impedir ir por mi esposa.
— Dije que si ella no quería ir contigo, no te iba a permitir obligarla. Ya la viste, ya hablaste, ahora lárgate de aquí, no vas a hacerle daño de nuevo.
— Y yo te dije que si te interponías entre nosotros no me iba a contener, que iría contra ti. ¿Así que que quieres hacer? Voy a subir a su habitación de todas formas.
— Pasa sobre mi si puedes.
— Tu lo pediste.
El primer golpe lo lanzó el Jeque. El hombre estaba muy bien entrenado en distintas especialidades de defensa personal, su cuerpo atlético y perfecto estaba diseñado para combatir.
El ruso cayó en uno de los sofás, el dueño de la mansión estaba siendo atacado, los guardaespaldas que trabajaban para él quisieron acercarse para detener al intruso que estaba golpeando a su jefe, pero el agente les hizo una señal con la mano para que se detuvieran.
Sergey entonces respondió el golpe c