—Omar, creí que era de tu esposa. —Fueron las palabras que le dije, dubitativo, aquella vez en su casa. Acabábamos de compartir la ducha después de una candente sesión sobre la moto, al principio creí que terminaríamos en el suelo por estar inventando, sin embargo, el vehículo aguantó cada embate y posición que decidí probar con él. No obstante, me quedé asombrado porque esa versión que tocaba de «Fly me to the moon» de Sinatra, sonó hermoso, no, ¡mágico! De hecho, yo decidí permanecer en la bañera un rato, recuperándome. A pesar de eso, cuando algunos minutos después de hallarme a solas, escuché tal bonita melodía, tuve que secarme veloz para ir a indagar. Apenas envolví la toalla alrededor de mis caderas, ya habría tiempo para vestirme después. Conforme
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