En medio del trayecto hacia la villa, el teléfono de Antonio no dejaba de sonar. El nombre de Lucas aparecía en la pantalla.—¡Qué fastidio! ¿Acaso no le dije que se encargara de los asuntos laborales? —refunfuñó Antonio, molesto. No tenía intención de contestar la llamada de su secretario personal.Activó el modo silencio en su móvil, sin saber que Lucas seguía intentando comunicarse con él.Durante el viaje, Antonio se quedó dormido. Su cuerpo estaba agotado tras el largo recorrido.—Disculpe, señor, hemos llegado —dijo el chofer, despertando a Antonio.Elia lo esperaba de pie, sonriendo con dulzura.—¡Cariño, viniste! ¡Qué sorpresa! ¿No se suponía que aún estabas en el extranjero? ¿Por qué viniste de repente? ¿Me extrañabas, verdad? —dijo Elia con tono juguetón, su sonrisa irradiaba felicidad.—¡Por supuesto que te extrañaba, amor! —respondió Antonio mientras besaba apasionadamente los labios de Elia.Ella era su amante, y por supuesto, Isabella no sabía nada. Lo único que Isabella
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