—Lyra, te llevaré a casa. No puedes volver a la oficina con esa falda rota —dijo Raffael con preocupación. Pensaba que si alguien la veía así, podrían pensar mal de Lyra. —¡Tengo que regresar a la oficina, señor! Podemos parar en esa tienda de adelante. Me bajo ahí para comprar una falda. Usted puede irse después —respondió Lyra con firmeza. Desde que vio la foto de Elia cargándola de bebé, Lyra no podía estar tranquila. —Está bien, pero igual te acompañaré —insistió Raffael. —Lo siento, señor, esta vez realmente rechazo su ayuda. ¡Por favor, déjeme justo ahí adelante! —Lyra alzó un poco la voz. Estaba incómoda con Raffael, que no se había despegado de ella desde la mañana. —De acuerdo, perdón si te hice sentir incómoda. Raffael la dejó frente a una tienda de ropa. Sin decir nada más, Lyra se alejó. Dentro de la tienda, eligió rápidamente una falda y se la puso. Tras pagar, revisó su teléfono. Había muchas llamadas perdidas de Sophia y también de Adrian. Además, Adria
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