—¡Lyra, parece que nuestro plan ha fallado! Elia no ha dado señales de vida desde hace rato. Será mejor que volvamos al coche —sugirió Raffael, acercándose a Lyra, quien no se había movido de su sitio. Incluso su mirada reflejaba una tristeza profunda.
—Me quedaré aquí. Estoy segura de que mamá me está mirando desde adentro, y si sigo aquí de pie, se compadecerá y saldrá a verme —insistió la mujer, decidida a permanecer allí a pesar del sol abrasador.
—Lyra, el sol está muy fuerte. Podrías desmayarte si sigues aquí mucho tiempo. ¡Y ni siquiera has almorzado! —Raffael seguía intentando convencerla.
El hombre lamentaba su plan, pues había llevado a Lyra a quedarse allí sin querer marcharse. Lyra se sentía aún más triste al ser ignorada nuevamente por Elia.
—¡POR FAVOR, DÉJAME SOLA AQUÍ! —gritó Lyra de repente.
Era evidente que su corazón estaba roto.
Su esperanza de reencontrarse con Elia y abrazarla para aliviar la añoranza se había desvanecido.
Elia ni siquiera quería mostrarse ante s