—Amanda —la llamó, pero su voz se ahogó entre el murmullo del vestíbulo, así que aceleró el paso hasta acercarse a ella—. Menos mal que sigues aquí…Ella levantó la vista, sorprendida por su cercanía. No tuvo tiempo de procesar sus palabras. Con el puño, impulsada por el dolor y la humillación, le soltó un golpe en la mejilla que resonó cerca lo suficiente para que la gente se girara.La cabeza de Eric giró con el impacto. No fue un golpe ligero. Amanda puso ahí toda la rabia que llevaba acumulada desde que salió de su oficina, desde antes, desde la cama vacía, desde la ducha, desde el “lárgate”.Hubo un breve silencio alrededor, de esos incómodos en el vestíbulo de una empresa donde nadie se atreve a hacer comentarios, pero todos miran.Amanda abrió la boca, aturdida por lo que acababa de hacer. No se creía capaz de haberlo golpeado allí, frente a todos. Le temblaron los dedos. Apretó la servilleta entre las manos.Eric se llevó la mano a la mejilla roja, sorprendido. Y entonces, en
Leer más