Constanza
—¿Por qué me vas a comprar otra computadora? —le pregunto a Damon durante el camino.
Vuelvo a mirar a mi alrededor. El auto que nos prestaron es, sin duda, una hermosura.
—Porque tal vez ya no recuperemos la tuya —dice con tono triste—. Dudo mucho que nos devuelvan las cosas.
—¿Por qué dices eso? ¿Te peleaste con tu tío?
—Algo así, mi amor —admite, entrelazando su mano con la mía—. Si te soy sincero, comienzo a sospechar que le gustas, que siente celos de vernos juntos.
—Damon…
—Sí, sí, tal vez estoy exagerando —se ríe—. Quizás solo le molesta que me case con alguien fuera de nuestro círculo, pero este nivel de persecución me parece muy sospechoso.
—No —digo de inmediato—. Pero si tú piensas que hay algo extraño, entonces debemos alejarnos. Por mí no hay problema.
—Sí, será lo mejor, Constanza —suspira, besándome la mano—. Gracias por entenderme y por no seguir enojada conmigo.
—No puedo estar mucho tiempo molesta y lo sabes —me río—. Siempre encuentras la manera de ponerme c