Constanza
—Lo siento, mi amor —se disculpa Damon—. Intenté llegar lo más rápido que pude, pero al parecer el tío fue más veloz.
—No entiendo, ¿tú sospechabas que haría eso? —pregunto, sorprendida.
Damon hace una mueca y asiente.
—Sí, ya sabes que a veces soy un poco paranoico. Quise ir de inmediato a la casa por nuestras cosas, para evitar justamente esto.
—No puede ser —niego con la cabeza—. Tu tío está perdiendo la cabeza.
—Sí, mi hijo nunca se comporta de esa manera —comenta Lucy, preocupada—. Esa enfermedad lo tiene muy…
—Es eso o su amargura por no tener a una mujer como Constanza a su lado —la interrumpe Damon, abrazándome—. Si se arrepintió de elegir a Olive, no es nuestra culpa.
—Ya, tranquilo, amor —le pido, rodeándolo con los brazos—. Aquí vamos a estar bien.
—Sí, pueden quedarse todo el tiempo que necesiten —dice Lucy—. La verdad es que me ofende que no decidieran instalarse aquí en primer lugar.
—Queríamos estar en el hotel —responde Damon—. Este viaje también era para desc