20. SERÉ EL CAPO DE TODOS LOS CAPOS
El señor Minetti, al escucharme, entrecierra los ojos y se queda mirándome, petrificado. Por un segundo, creo que lo he desarmado. De hecho, puedo ver que sus manos, siempre controladas y calculadas, se tensan, formando un puño sobre la mesa. Su mirada brillante, fija en mí. Finalmente, suelta un suspiro pesado. —Creo que mejor dejamos esta conversación para cuando estés sobria —dice, mientras aleja la botella vacía de vino. —Estoy sobria, ¡deje de decir que estoy borracha! ¡No sabe la cantidad de cervezas que aguanta este cuerpo todos los sábados! Siga hablando, no se preocupe, yo entiendo todo lo que dice. Y en cuanto a mi comportamiento, no se preocupe, le juro —me beso la mano en un juramento—, que haré mi mayor esfuerzo cuando sea la señora Minetti, para complacerlo en todo lo que quiera…, ¡ups! Perdón, no en todo, el sexo e
Leer más