A veces creo que este hombre disfruta jugando conmigo. Es como si le divirtiera observarme pelear internamente entre la lógica y el instinto. Mi resistencia parece ser su entretenimiento, pero también, lo sé, quizás sea su prueba. ¿Quiere saber hasta dónde estoy dispuesta a llegar? ¿Hasta dónde soy capaz de enfrentarlo? Me incomoda su manera de mirarme, me obliga a moverme en mi asiento mientras espero que por fin responda algo, cualquier cosa, sobre mi hambre, sobre el contrato, sobre lo que él espera de mí.
—Realmente no pensé que no tendría tiempo para almorzar, es muy tarde. ¿Qué desea?— me pregunta mirando el reloj, y luego a mí fijamente —ahora mismo ordenaré que le traigan de comer. Pero aquí puede quitarse todo eso que se ha puesto, nadie la verá. —¡No! ¡Déjeme así! No quiero qu