Inclina la cabeza ligeramente, evaluando cada palabra que digo sin dejar de mirarme profundamente, buscando más en mi respuesta. Aunque yo sé que la verdad está de mi lado, también sé que para él no será suficiente. El señor Minetti no se mueve por simples palabras; necesita pruebas, necesita certezas absolutas.
—No me convence —dice con la pausa justa para hacerme sentir que está a punto de arremeter contra mí—. Ese mensaje, esa reacción impulsiva, esa "desesperación"... todo parece demasiado conveniente. Esto es lo último que me faltaba, que me tome por su enemiga. Lilian si sales viva de esto, considérate la más suertuda del mundo. Mientras me observa, mi rostro se calienta por la impotencia de no poder convencerlo de mi inocencia. ¿Cómo diablos voy a salir de este lío en que me metí?