CAPÍTULO CUARENTA Y DOS: REPRESENTACION DEL PELIGRO Alice Collins.Todo estaba marchando bien. Matthew no hacía preguntas sobre los chicos; se mantenía callado, pero pensativo. Una parte de mí sentía alivio y la otra, una alarma creciente. Bastó en verlo nuevamente, y ese arranque repentino me puso el corazón latiendo a mil por segundo.Mis pequeños, afortunadamente, no metieron la pata. Fueron muy inteligentes y, sobre todo, mi pequeño Matt, que me salió osado.Firmé con la mano temblorosa. Lo peor no fue eso, sino lo que vino después. «¿Quién es su padre?» Y volvió a atacar con otra pregunta: «¿Luego, quién es su madre?»Las preguntas fueron directas, cortantes, y aquí no podía darle una respuesta. Aquí no.—Matthew, ¿qué te sucede? —susurré, forzando una sonrisa.—¡Felicidades, hijo! —exclama mi padre, golpeando el hombro de Matthew con palmadas. Matthew lo fulmina con la mirada, sus ojos destellando rabia.—¡Hijo! —hace mención mi suegro, interrumpiendo la tensión—. Esper
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