CAPÍTULO TREINTA Y DOS: UNA RELACION REAL. Alice Collins. Mi corazón toma un ritmo diferente con lo que acaba de mencionar Matthew. Sé que después de lo que pasó entre nosotros, las cosas pueden tomar otro rumbo o continuar como si nada hubiera pasado. «No sé si podría volver a ser la Alice indiferente», pienso. Matt me gusta, y mucho. No puedo decir que estoy enamorada de él, pero la química y la conexión son evidentes; hay algo que nos sobrepasa. Lo que tenemos ahora no es suficiente para la vida que nos espera. —No se trata de un contrato legal, Matthew —comienzo, mi voz es firme—. Se trata de un acuerdo entre tú y yo. Dejemos de fingir. La fusión con nuestros padres ya está firmada, y eso no está en discusión. La próxima semana seremos marido y mujer ante la ley. Él asiente, mordiendo un cruasán. Su postura, incluso en una bata de seda, es la de un CEO en una reunión de la junta. —¿Quieres seguir con lo que ya tenemos acordado desde el inicio? —pregunto en un hilo de voz. Re

CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO: UN SECRETO REVELADO. UN PAPÁ DE VERDAD.​Alice Collins.​Esbozo una sonrisa genuina al leer el mensaje de Matt. Me niego a creer su comportamiento.​—Eres toda una caja de sorpresas, Matthew Vaughn —digo para mí misma. Sigo avanzando hacia la Mansión de mis padres.​Siento el calor de su mirada tras mi espalda incluso cuando ya se ha marchado. Me apresuro hacia la inmensa puerta, y antes de cruzar el umbral voy rezando para no encontrarme a mis padres.​El silencio es mi única arma. No quiero enfrentarme a ellos. La sola idea de su escrutinio me produce un nudo gélido en el estómago.​—"Cuida tu imagen" —voy remedando e imitando su voz en un susurro.​Subo las escaleras principales, conteniendo la respiración a cada escalón. El miedo a que me recriminen mi ausencia en la empresa o mi noche fuera es intenso.​—"No puedes darles motivos para que la prensa amarillista de Londres comience a tejer historias" —sigo remedando a mi padre.​¿Motivos? Pienso. Y luego

CAPÍTULO TREINTA Y SEIS: ELECCIÓN COMPARTIDA.Narrador OmniscienteLa cercanía y la comunicación entre Alice y Matthew fluyen con una intensidad que supera lo que cualquiera de los dos esperaba. La presión y el compromiso laboral les impiden encontrarse y verse tanto como quisieran, pero las llamadas y los mensajes aprovechan cada oportunidad. Un "Buenos días, cielo" o un "Gracias, cariño" ya es común en su día a día, un nuevo lenguaje afectivo que solo ellos entienden.Hasta que, por fin, llegó el momento de encontrarse en la oficina de Alice.Matthew no perdió tiempo en atraerla y sentarla sobre su regazo, poseyendo su boca tanto o más de lo necesario. En medio del deseo y la posesión, Matthew le hablaba contra los labios. Sentía que si no lo hacía, Alice se le podría escapar de las manos. Ahora que ambos habían encontrado un equilibrio y la paz, él se sentía tan bien como nunca antes, con el urgente deseo de no separarse de ella nunca más.—Nuestro compromiso laboral nos ha tenido

CAPÍTULO TREINTA Y OCHO: UNIDOS EN MATRIMONIO. Matthew Vaught (Parte2) Estoy de frente esperando en el altar a mi futura esposa. Anoche había sido una noche compleja, dónde sopesaba todo lo que estaba por hacer a la mañana siguiente, todo esto había sido demasiado precipitado. Ninguno de los dos quería esto, pero es lo más conveniente para nuestra asociación. Un acuerdo entre nuestros padres para no perder mi empresa… Un matrimonio por conveniencia, sin amor… O eso creía, pues con él pasar de los días y la convivencia con ella las cosas han tomado otro cariz. No digo que la ame, sabía que eso no era así. Es solo que estar cerca de ella ha despertado cosas en mí que jamás pensé que las sentiría. Salvo por esa desconocida que hoy por fin sello en un cajón sin llave para siempre. Ella nunca me buscó y yo nunca pude saber realmente quién era o por qué desapareció sin decir nada, así que hoy le digo adiós a ese recuerdo fugaz y portadora de la mitad de ese símbolo del infinito par

CAPÍTULO CUARENTA:CLÁVAME TU AMOR Alice Collins.Suelto un suspiro alentador cuando el padre anunció la culminación de la ceremonia. Matthew lo sentía cerca y lejano al mismo tiempo. Su rostro lo decía todo: la interrogante lo tenía más sumergido en sus pensamientos que nuestra propia unión ante Dios.Tenía emociones encontradas. El mundo entero acababa de ver a mis hijos. Esto iba a ser una bomba para la prensa, algo que no había pensado. Pero ahora es lo menos que debe importarme. Lo que realmente me importa es lo que va a pensar Matthew.—¿Matthew? —mencioné, llamando su atención. Algo dentro de mí dice que debo llamarlo por su nombre y no como lo venía haciendo. El silencio de Matt y su rostro desencajado son evidencia de su tormento mental.«Seguramente está pensando en los mellizos».Voltea a verme. Sus ojos claros me escudriñan, y luego los cierra. Suelta el aire como si lo hubiera retenido. Me mira nuevamente.—¿Quiénes son? —manifiesta en un tono suave, pero cargado de neutr