75. Pov Dan
El auto se detuvo frente a la casa y por primera vez en todo el día, respiré. El aire fresco de la tarde me golpeó cuando abrí la puerta, y durante unos segundos solo me quedé mirando el frente, las flores del jardín moviéndose con el viento, el sonido suave del motor apagándose. Niki se giró en su asiento para soltar el cinturón de Anne, que dormía profundamente. La observé en silencio. Siempre que la veía con la nena, me olvidaba de todo lo demás: del pasado, del secreto, de quién era en realidad.—¿Me la pasas? —le pedí en voz baja.Ella asintió y me entregó a la pequeña con cuidado, y mientras la llevaba en brazos hacia la casa, sentí el peso tibio de su cuerpo y el alivio de volver a nuestro refugio. Porque eso era ya para mí ese lugar: un refugio.El día había sido un éxito, si uno lo miraba desde afuera. Sonrisas, charlas, comida en exceso. Pero en el fondo, bajo cada palabra amable, había una corriente de algo incómodo. Y sí, había sido soportable. Pero no lo suficiente.Dej
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