Cap. 84. Tienes una hora
Cuando Leonardo volvió a llamar, en la pantalla, la cámara mostraba un encuadre fijo una habitación pobremente iluminada, paredes desnudas, una cama con un colchón manchado. La imagen tembló un segundo, quizá la cámara estaba apoyada en algo inestable, y luego se oyó, nítida y fría, la voz de Leonardo, sin aparecer él en el cuadro. - “Sé que Mariano y Francesco te siguen”, dijo la voz, tranquila, como quien describe un paisaje. “Llegaste hasta aquí porque yo quise que vinieras sola, y tú no entendiste bien, y es una pena porque tú siempre supiste lo que ocurría cuando no me entendías”. La cámara hizo un paneo lento hacia la esquina, donde, entre sombras, se adivinaba una figura inmóvil. Un plano corto mostró la mano de alguien atada, las uñas sucias, el gesto esforzado de quien intenta mirar a cámara. Caroline sintió que la sangre le bajaba al estómago. - “Te espero donde reposa Esperanza”, continuó Leonardo. “Si ellos están contigo, Marisol no recibirá la ayuda necesaria a ti
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