Una hora más tarde, el Nimitz apareció en el horizonte, un coloso metálico que prometía seguridad y respiro.Al aterrizar, el equipo descendió con cuidado: Derek fue llevado a la enfermería, sus respiraciones entrecortadas mientras la doctora revisaba cada vendaje. Emily y Joshua fueron conducidos bajo custodia hacia un laboratorio blindado del barco. El contenedor de plomo, pesado y ominoso, aseguraba el núcleo de Prometeo, sellado… pero todavía amenazante.En cubierta, Nick contemplaba la escena: Darius y Sandra seguían juntos, él sujetando su cintura con delicadeza, y ella recostada, como si por fin pudiera permitirse un respiro.El “Iceberg” rompía su protocolo con torpeza genuina, y Nick no pudo evitar sonreír ante aquel gesto de humanidad en medio del caos.Rocco se acercó con un café humeante. —Al final, el frío se derrite, ¿eh?Nick bebió el amargo líquido, dejando que el sabor le recordara la guerra que aún no terminaba. En el horizonte, el mar mezclaba sal y promesas rotas.
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