IsabellaHastiada de fingir algo que no quiero, pero ya no tenía de otra, firmé ese documento y ahora me aguanto por la necesidad de proteger a mi padre y así debe ser. Exhalé el aire de la tarde, mientras bajo hacia el salón, veo que David está con varias personas, al verme se acerca abrazándome.—Finge, que estamos enamorados —me pide y quedo escéptica por lo que dice. Sin decir más acepté sentándome a su lado, él toma mi mano y la acaricia.—Su prometida es hermosa, ¿cuándo planean casarse? —preguntó un hombre calvo y me sentí hastiada.—Quizás en unos dos meses para la fecha de su cumpleaños.Quedé asombrada, ¿cómo sabía él que de aquí a unos dos meses era mi cumpleaños? Este tipo ya me daba miedo. Mientras él seguía hablando sobre la gran fiesta de compromiso, yo quedé sin saber qué hacer, me sentía fuera de lugar, con deseos de que todo esto se tratara de un maldito sueño, de algo prominente de mi imaginación; sin embargo, no era más que la jodida realidad, esa que ya me estaba d
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