El teléfono de Valeria vibró sobre la mesita de noche. Eran las tres de la madrugada y la pantalla iluminó brevemente la habitación en penumbra. Aleksandr dormía a su lado, su respiración profunda y regular contrastaba con el repentino sobresalto que ella sintió al leer el mensaje."Sé dónde estás. Sé lo que llevas dentro. Ninguno de los dos estará a salvo."Valeria contuvo la respiración. Era el tercer mensaje en una semana. Sin remitente, sin número visible. Como si surgieran de la nada, como fantasmas digitales que la acechaban. Bloqueó la pantalla y la oscuridad volvió a envolverla, pero el miedo permaneció, palpitante, bajo su piel.Con cuidado de no despertar a Aleksandr, se levantó y caminó hasta el ventanal. La ciudad dormía bajo un manto de luces artificiales. Desde el penthouse de Aleksandr, todo parecía pequeño, controlable. Pero ella sabía que no era así. Había algo, o alguien, que se les escapaba.—¿Otro mensaje? —la voz de Aleksandr sonó clara, como si nunca hubiera estad
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