—¡Damian! —a Alice por poco se le sale el alma del cuerpo.
—Buenos días, mi nombre es Damian Anderson, mayor accionista de Élite —habla con elegancia y con poder.
—¡No! ¡Esto es una maldita broma! —Dylan exclamó a gritos—. ¡Todo esto es una puta trampa de todos ustedes! —los señala.
—Señor Dylan, tome asiento y compórtese, estamos en una seria reunión. La señora Cooper, como usted lo dijo anteriormente, no está en la capacidad de dirigir una empresa, por esa razón, confiando en las capacidades del señor Anderson, vendió sus acciones y queda libremente de todo lo que esté relacionado con Élite —explica el abogado.
—¿Cómo fue posible? —Alice no pudo permanecer más callada, su asombro es tan notable como la palidez de su rostro.
—Señora Cooper —la saluda muy formal y toma asiento frente a ella—. Como todos saben, tengo un gran imperio que es Alpha Group Anderson, la empresa más grande y fructífera, generando miles de empleos cada año y rompiendo récords. Aun así, me haré cargo de los asu