Con el cuerpo inerte de Mateo aún en la memoria y con Vida debatiéndose entre la vida y la muerte, la frágil y amorosa omega tomó el teléfono de la habitación. Lloraba sin consuelo, con la voz quebrada por la rabia y el dolor, mientras pedía ayuda.Nyxara no tardó en llegar, acompañada de un par de brujas. Ellas las trasladaron a un hospital secreto para criaturas mágicas en Estados Unidos y, antes de marcharse, borraron todo rastro en el hotel parisino. Los humanos jamás sospecharían lo ocurrido entre aquellas paredes, convertidas en un escenario de sangre y muerte.La luna de la manada fue atendida con rapidez. El equipo médico la recibió como si fuera la más importante de las pacientes, aunque todavía no supiera qué significaba aquel título.Kaelion, en el páramo, cayó rendido. Después de maldecir a los dioses, de romper árboles inocentes y desgarrar su garganta en rugidos, la fatiga lo venció. Se entregó al sueño sin saber que, al otro lado de la ciudad, su elegida se debatía inco
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