Me quedé mirándote, llenándome de tu imagen para que me ayudara a asimilar lo que me decías. Te habría besado, te habría dicho cuánto te amaba, me habría acurrucado entre tus brazos a esperar apocalipsis zombie.Pero aún te restaba una pregunta por responder. Y no importaba lo cierto, lo hermoso, lo inesperado de lo que dijeras hasta ese momento, porque la respuesta que faltaba podía dar por tierra con todo eso.Me pregunté por qué me obstinaba, por qué me arriesgaba.Me pregunté qué necesitaba probar.No lo sabía.—¿Y qué hay de tu ex? —pregunté en voz baja.Respiraste hondo, tomaste cerveza contemplando las luces de la ciudad al otro lado de la ventana, prendiste otro cigarrillo.—Dicen que el duelo tiene cinco etapas —dijiste con calma, aunque tu acento ya no era cálido, y no sonreías—. Negación, rabia, negociación, depresión y aceptación. Ignoro si se supone que las atravieses en ese orden, una sola vez, o si puedes tener recaídas
Leer más