FernandoSalí arrastrándome de debajo de la camioneta, limpiando mis manos llenas de grasa con un trapo viejo. Cuando levanté la vista, la vi allí, parada frente a mí, con su velo ligeramente desacomodado y esos ojos enormes mirándome como si hubiera visto a un héroe de película. No pude evitar sonreír.—¿Todo bien, hermana? —pregunté, intentando sonar tranquilo, aunque por dentro sentí un pequeño salto en el pecho. Era ridículo, lo sabía, pero estar cerca de Sofía me provocaba una sensación tan… viva.Ella murmuró algo sobre la camioneta y yo solo asentí, intentando no mirarle demasiado la boca mientras hablaba. Concéntrate, Fernando, me regañé mentalmente.Cuando el padre Sebastián nos dijo que nos adelantáramos, sentí una alegría absurda recorrerme el cuerpo. Solo iremos a la feria… nada fuera de lo normal, me repetí, pero mi corazón latía un poco más rápido de lo habitual mientras cargaba las cajas para subirlas a la camioneta.—Vamos, hermana —le dije, y cuando me miró, esa sensa
Leer más